lunes, 11 de octubre de 2010

ANÉCDOTA DE MI NIÑEZ

DIARIO DEL GALLO No 70
LUNES 11 DE OCTUBRE 2010

RECUERDO DE LA INFANCIA
El recuerdo de la gente del barrio quedó en mi memoria como una estampa perdurable.

¨Transcurrió en el calendario la fecha 10-10- sin un mayor acontecimiento: las supersticiones, creo, valen tanto como una moneda de tres caras¨
   
Recuerdo aquella vez que me chantaron  unos guantes de boxeo.  Tenía tan sólo 9 años.  Unos días antes había reñido con el niño que creía ser dueño del barrio.  Recuerdo le apodaban Pedro, Pedro el Malo.  Quién no le tiene presente.
A Pedro el malo le gustaba echar gasolina a perros y gatos y prenderlos vivos.  Apedreaba a los transeúntes.  Rayaba la pintura de los carros.  No exagero.
En la cuadra por eso le tenían miedo.  Sospechaban era un niño del infierno.
Recuerdo que me propuse enfrentarlo.  Mientras otros chicos daban la vuelta a la manzana y esquivarle yo opté por desoírle.  No fue fácil.
Recuerdo que el chico no iba a la escuela, que era callejero y recibía maltrato de sus tíos, lo gritaba la abuela y que su papá lo entraba a golpes y a punta de palo.  Nada saludable.
Cuando vio que no me asustaba ni que le tenía pavor optó por provocar.  Nadie se le enfrentaba a él porque era rabioso y vengativo.
Un día me llené de coraje y cuando me dí cuenta nos rodeaban los vecinos y estábamos enganchados en una riña que marcó mis recuerdos.
Al final nos separaró el bullicio de las mamás alborotadas.
El sábado siguiente, se juntaron su papá ´el Chonto´ y el mío.  Nos pusieron un par de guantes rojos a cada uno.  De nuevo la gente del vecindario hizo ruedo.  Estábamos en la mitad de la calle.  Parecía una pelea de gallera.  Recuerdo nos despegaron porque yo iba ganando la pelea.
Desde ese día ese Pitbull en sotana me miraba con respeto.  Regresa a mi la imagen: yo niño silbando inadvertido, manos en los bolsillos, caminando por la acera.
40 años más tarde años me cuestiono del porvenir de aquel niño bravucón.
Pero veo una inmensa cruz negra delante de mis cienes que me obliga a pensar que ese cuerpo lo mudaron al infierno.
A qué otro lugar podía ir un ser ahogado en el desprecio.  Hoy que hago memoria evoco la energía de la gente para deshacerse de él.



Oscar Darío Velásquez Lugo
11-10-2010
Amsterdam

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