miércoles, 17 de noviembre de 2010

MUERA GRATIS

DIARIO DEL GALLO No 82
MIÉRCOLES 17 DE NOVIEMBRE

LA CAÍDA DE LA ANCIANA EN BICI

Moderadamente se acerca un fin de año más y puedo hacer balance cuánto he podido contar y cuánto quedó en el basquet del olvido.
A pesar que el equilibrio es positivo hay cosas que por ética el escritor conserva y aún más cuando uno decide hacerse público.  Igual como se este año sale otros llegarán.
Como digo siempre, la existencia se dilata entre el sinónimo y antónimo, la paradoja de lo cierto y falso, el  ambicioso contrasentido entre virtud y perverso y el ambiguo contrario modo y proceder, principio y fin.  (No quiero inventar que la rueda gira, pero en principio, todo lo que sube baja, todo lo que germina marchita).
En este enigma vaga el esquema de la vida y la muerte.
A diario nos confrontamos con miles de fallecimientos, accidentes, asesinatos, catástrofes, e increíble en este tiempo moderno, (lo que la ciencia no supera), todavia hay muertes por virus y epidemias fatídicos.  Es el caso de la negra Haití, hoy ahogada en una cadena de maldición, terremotos, desvastamiento, tragedias y que medio subsiste en el caos y la miseria.
Pero mientras meren miles los que nacen los triplican.
Perdurar en esta continua adaptación, en este ciclo de otoño y agraciada primavera que es la vida, es también un arte.  Vivir es algo que no se aprende de la noche a la mañana.  Es más, a muchos llegamos a viejos tratando de esclarecer que.., cuál fue el motivo detrás de nuestra descontinua permanencia.
Una cosa es clara para mí y lo repito como clausula de mi existencia: ¨después de nacer es primordial saber morir¨.  Siempre estamos al borde de un abismo que en milésimas puede significar el paso a la muerte.  De eso hay que estar 100 por ciento conscientes.
Ayer me sobrevino una peripecia que el argumento.
Iba yo pasando un semáforo de la ciudad.  Llevaba la vía hasta que vi cambiar la luz verde a roja.  En la parte del semáforo para transeúntes una señora de 70-75 años de edad pasaba en bicicleta.
En si un acto pintoresco verla montada a esa edad , con falda, guantes y su abrigo negro. La vi distraída. Cruzó con la señal en rojo para ella.  Me pasó po la mente, ´uy que osada mujer´.  El lío es que en su error, en el instante que viró para murmurar, perdió el equilibrio y allá cayó como un cerdo atropellado en la mitad de la avenida.  Se mató, me dije yo.
Por suerte, otra caminante le ayudó con la bici y atravezaron juntas la calle.
Me fui meditabundo.  Eso es lo que nunca debe suceder.  Confiarse.
En el momento menos preciso, en el menor descuido deja uno de existir.
La vida cuelga de un delicado hilo de telaraña y es un oficio saberla defender.

 



Oscar Darío Velásquez Lugo
17-11-2010
Amsterdam 


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