sábado, 6 de noviembre de 2010

EL SUEÑO DEL HIPOCRITA NUNCA PUDO SER

DIARIO DEL GALLO No 80
SÁBADO 06 NOVIEMBRE 2010

EL HOMBRE QUE CAMINA PRETENSIOSO AL ÉXODO  TERRENAL

He pensado que a lo largo de mis escritos he mostrado cortesía, a  veces hasta tocar el borde de la mediocridad y bonachonería.
Me doy cuenta que con este afán sociable niego la verdad.  Vestirme de escritor contagió al hombre en su tangible realidad, (o sea yo pecador).
He cometido el error de involucrarme con el lector confabulando los escritos a la sencillez de una agradable digestión.  Pero hallo lucrativo sentarme ante el jurado con el merito de la verdad.
Debo ser claro.  El hombre es el soñador más hipócrita de los seres.   Un ser que pretende elogiar, que simula contagios y enamoramiento, donándole flores a una vida que no existirá.  Es el ser que dormita con la ilusión de grandeza y del cambio, del bienestar y la felicidad y en esta fantasía convive la mujer.
El hombre es el ser que pretende lo que en verdad no puede ser y la mujer acolita esta falsedad
Pero como las ideas, el sueño del hombre es volátil y necio.
El hombre nada es de lo que aspira ser como la mujer no es Eva en su desnudez intelectual.
La utopía del hombre es la fama de su alter ego, éxtasis y adoración de su autoevolución.
Y en esta carrera popular sin metas y sin fin, se involucra en guerras y devastación.
La clase de hombre durante Tres Milenios es la estirpe del matón, el género de la ambición.
Pasaremos de la maravilla a la depresión, de una burbuja a la desilusión.  
Los inventos como la computadora y el viaje de la máquina a la Luna quedan cortos de proyección.  La libertad del hombre en un sueño arcaico se quedó.
Es tarde para probar que el sugerido avance científico y la tecnología fueron el detonador y que no habrá nadie para preguntar quién va apagar la luz.
El pensamiento un mundo pacífico, ecuánime, recto y positivo es el más triste ejemplo de felonía.  Es tarde para saber que cinco milenios de guerra son el atroz naufragio de la humanidad. 
La idea de la protección de divina, Dios y las cruzadas evangelizadoras son el eslabón del complot.

Me gustaría seguir boyante y que carajo, decir que una vez contagiados, trataríamos el virus y la enfermedad.  Pero como he alegado no será franco.
Este aciago mundo lo acabó la humanidad.  El hombre fracasó cuando pretendió imponerse sobre el dócil del ser y excelsa naturalidad.
La crueldad caprichosa fue mayor que la bella idea del amor con la pretendió soñar.




Oscar Darío Velásquez Lugo
06-11-2010
Amsterdam

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