lunes, 22 de noviembre de 2010

PATRIARCA ENCIENDA SU VELADORA

DIARIO DEL GALLO No 85
LUNES 22 DE NOVIEMBRE 2010

REAPARECE EL BOCHIKA 

Brilló de nuevo el lucero.  Cesó la tempestad. Aclararon los bosques.  El sol de medio día energetizó a la gente.  Las tardes rojizas iluminaron las praderas en la más remota lejanía y el bello horizonte.  Renació el seudónimo del patriarca.
Germinó el eslabón de un linaje extraviado en el verdor del amazonas.  Afloró a buena hora en la era que los absurdos eras explicables, entre el despilfarro de satélites y la era de los ilógicos.
La moda era la negación de la razón y la palabra y los individuos de sonrisas caducables.  Y del aprovechamiento de hasta el mínimo pedazo de desperdicio.  Todo era asequible y canjeable en la mente del moderno comerciante.
Se había perdido la personalidad y la vida espontánea.  Un ciclo que nos devolvía más atrás del reinado de los unicornios, los macacos nómadas y los zopilotes de tres metros.  
El mundo había aceptado truequear la fuerza virgen de la naturaleza por los moldes plásticos y la familiar compañía de los PC portátiles.
Para ese entonces ya todo estaba computarizado y los muchachos habían cambiado las tradiciones por los ipods y los sueños por los blackberrys.  Para este entonces comunicarse con los púberes era casi imposible porque chateaban al mismo tiempo que hablaban y digitaban a la vez que digerían.
Ya no se podía esperar que los adolecentes hicieran una sola cosa a la vez.  Eso era del pasado.  La nueva generación hacía, pensaba, meditaba y ejecutaba al mismo tiempo. Podían hacerlo todo a la vez y con una rapidez que era difícil seguirle sus movimientos. 
Llevaba el mismo nombre que el último patriarca´el Bochika´.  En honor al civilizador de la cultura muixca.
El gran ejemplo para aquella civilización del altiplano de los andes extendida de pies a cabeza de la cordillera.
El hijo de patriarca vino al mundo en época de frío cuando los árboles acababan de perder su encanto por causa del otoño.
El joven caballero era aguardado con ansiedad.  Y cuando al fin llegó nadie lo podía creer.
Su padre entraba a la mitad de su existencia. Un jefe persistente que creyó realizable el prodigio que devolvería la alegría a su linaje.
Las noches saturaron de estrellas, los campos se llenaron de flores silvestres a la vez que los turpiales retomaron sus tonadas.

Así fue como de la noche a la mañana resurgió el optimismo y la ilusión en los hombres de la tierra. 



Oscar Darío Velásquez Lugo
22-11-2010
Amsterdam


---

No hay comentarios: