viernes, 12 de noviembre de 2010

DISPARATE SOCIAL

DIARIO DEL GALLO No 81
VIERNES 12 DE NOVIEMBRE 2010

EL HILO INVISIBLE ENTRE ODIO Y HERMANDAD

Los latinos son más opuestos que lo que uno imagina. 
A pesar de las similitudes en el cordón de su historia, creencias, cultura y demás, a los latinos no se les puede dar de comer en un mismo plato porque se pelean como perros y gatos.
Se reunió un grupo de latinos con motivo de festejar el día de la raza.
El primer problema fue reunir chilenos sin que los bolivianos no se disgustaran, mezclar a uruguayos con argentinos y hacer que los mejicanos se sintieran suramericanos.
Después el caos fue evitar que discutieran los unos con otros porque si los cubanos eran políticos los ecuatorianos eran unos indios zarrapastrosos y si los panameños eran unos lavadores de dinero los venezolanos eran pretensiosos.
Lo más grave fue lograr que se fijaran una misma meta, algo tan sencillo como buscar el sitio para el encuentro y quienes serían los encargados del gran ponqué que llevaba  el mapa con los 22 dos países de latinoamérica.
De inmediato se vio las diferencia que todo el mundo había creído inexistente.
Las 3 peruanas fueron las primeras en armar algarabía, pues dijeron que colaborarían, pero cuando se encontraron de frente con un grupo familiar de colombianas caleñas, que llamaban ´rencauchadas´, decidieron tomarlas del pelo y ridiculizarlas ante los ojos de una mejicana y dos guatemaltecas.
Este pequeño encuentro del edén se convirtió en una cita del demonio.
Saltaron los prejuicios, los colores y las mezclas de razas. Tanto las mujeres como los hombres resultaron prepotentes.  Unos se creían mejores que otros, de mejores familias.
Saltaron los apellidos que unos afirmaban de renombre y más europeos que otros.  Salieron a flote los problemas psicológicos que se habían mantenido ocultos desde la época de la colonia olvidándose una vez más que los 22 fueron cortados por la misma tijera.
El hecho es que los mestizos hirieron los sentimientos de los que se creyeron más castizos y descendientes de europeos.
Los hombres no se quedaron atrás.
Peor que viejas de la calle, hablaban en un tírame y dame de chismes.
Fue más la frustración que el encanto y nadie salió satisfecho.
El hilo invisible de amor y odio entre hermanos se hizo evidente.
Al final ratificaron que ni la religión ni la lengua hace parientes y saltó a flote que la envidia aprendida, el celo implantado, la hipocresía adquirida, el catolicismo dominante y la lengua española no sirven para unir un polo negativo con otro positivo porque bajo el disfraz de la comunidad esta el complejo de inferioridad y cada quiere  mejor que el otro. 
La conmemoración terminó en una borrachera de peleas, bala y vidrios rotos.      



Oscar Darío Velásquez Lugo
12-11-2010
Amsterdam

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