miércoles, 9 de junio de 2010

ATUENDO CELIBATO

DIARIO DEL GALLO No 28
9 JUNIO 2010

DIABLO VATICANO

Creo en Dios y no creo en el celibato
El ángel en la casa de Dios sufre de pecado
Creo en el error de predilección
Creo en la injusticia de la justicia

Ya me es bastante obvio que las reminiscencias son la sombra incolora que hace parte del presente del hombre.  Ineptos muñequitos, cómo no es posible borrar el cassette de la memoria cuando nos favorece.  Ahí nos damos cuenta que el cerebro no es perfecto como creemos.
Estaba en Roma y como buen católico de escuela, me aseguré que si no aprovechaba mi visita y me confesaba, si no limpiaba allí mi fe y mis pecados, ahora que estaba en la ciudad del Vaticano, nunca ocurriría.
Ver la riqueza de los sacerdotes católicos allí me dejó perplejo.  La gente de todo el mundo paga y hace fila de cuadras y cuadras para entrar a la casa de Dios.  Pensé en el diezmo, devotos, pordioseros, miseria y demás conflictos eclesiásticos.  (Hay que ver para creer, esa frase no la inventó un ciego).
Entré en una iglesia en pleno centro romano.  Me dirigí a uno de los confesionarios.  Según lel aviso había párrocos para confesionistas de lenguas populares.  Me acerque al que decía: ingles.
No pasado un minuto y recibí una extraña energía del sacerdote.  Quise pellizcarme.  No soñaba.
¨Dejemos el tema de la confesión a un lado.  El futuro nos daría mucho tiempo para eso¨ dijo el prelado.  Ahh, quedé aún más perturbado.
!Yo vine a confesarme...!.  ¨...Ya le digo que eso no es necesario...¨, aseguro.
Comenzó una conversación satánica de sexo y abusos con ese tipejo: me insinúo reunirnos otro día, podía ir a cualquier parte del mundo sin problema.  Con voz ronca declaró que le apasionaba la inocencia infantil: ¨you are a pervert¨.  Rió.  Se me presentó el diablo.  Mefistófeles al frente mío.
Por un instante me abandonó el brillo del conocimiento.  Deseaba poner en un video a ese bicho inglés, ese Sida con sotana corrompiendo el ámbito de la iglesia.
¨...Esta es su confesión no la mía¨, le dije mientras oí su carcajada.  Le brillaron de rojo los ojos.  Enroscaba la punta de su lengua morbosa.
Recordé que yo ya dudaba de la integridad de la Iglesia desde cuando estudiaba en la Universidad de Amsterdam, pero este caso reabrió la clarividencia del pensamiento cuerdo.
Hoy son peores las noticias de abusos por parte de monjas y párrocos que brotan cada día.
Sólo me pregunto, qué impide que a estos hombres y mujeres embatados no se les enjuicie, vayan a la cárcel y paguen por sus delitos como delincuentes comunes sociales?.
Creo en la injusticia de la justicia porque la ley de Dios la inventaron los humanos: instituciones erróneas que causan malestares y revuelven el estómago.



    
Oscar Darío Velásquez Lugo
09-06-2010
Amsterdam


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