martes, 10 de abril de 2018

UN
COLOMBIA
NO
En AMSTER
DAM

Cuentos y poesía para leer en el Tranvía

EDITORIAL MUIXCA 2018

INTRODUCCIÓN
Estando de visita en Berlin decidí tejer mi propia biografía triggerd por varios motivos: la lectura de la biografía del artista colombiano Miguel Ángel Cárdenas que vivó en Holanda. Uno no puede dejar pasar el tiempo, enfermar, envejecer hasta llegar al punto de no poder escribir, como pasó con este artista.  Dejar que otras personas relaten y describan lo que uno más sabe..Una biografía es algo personal.  Solo uno sabe las razones por las que hizo o dejo de hacer algo.
Una segunda motivación fue por una conversación con mi cuñada Mariela Abril F. y le doy las gracias, pues ella, después de leer los comentarios que hago en mis videos en Youtube, me despertó una idea que tenia dormida desde hace años. ‘Por qué no hablas más de tí, de cómo haces tus composiciones’  La idea de hablar más de mi mismo es un tema que tenía relegado para cuando tuviera más edad y tiempo libre.  Hoy afortunadamente me doy cuenta que si hubiese esperado como me lo tenia dicho, hubiera sido  como llegar tarde a una cita.  Gracias a su intriga me doy cuenta que he relatado muy poco acerca de mi vida, la concepción de mis ideas y de mi trabajo artístico.

Otra motivación para que yo relate mi propia biografía es la muerte de mi amigo Harold Lara Vega en el 2017 a causa de cáncer.  Pintor colombiano que había llegado a Amsterdam en la misma época que yo, pero que murió temprano y se agotó el tiempo para  expresar sus deseos sobre que hacer con sus obras y legado, algo que estoy seguro a él le hubiese gustado realizar. 
Para mi es importante que el artista deje huella.  Que un creador de arte no estampe sus ideas y no deje claro el objetivo y fin de su trabajo me parece algo desatinado.  Por eso, la visita a Berlin, ver que aun hay recuerdos de la  destrucción, de la Segunda Guerra Mundial, la modernidad que 50 años después diviso, pisar esas misma calles que un día fueron escombros y dolor, verla hoy monumental y equilibrada es motivo de inspiración para yo realizar mi auto biografía.  





EL DÚO DE LOS AÑOS: MÚSICA Y ESCRITURA
Marcado por la devoción a letras y música siempre
Desde que tengo uso de razón, desde el momento que puedo hacer memoria a los 7 años, recordando… mi vida se ve marcada por una directriz constante.  Y por una razón que no es fácil descifrar, siempre vuelvo al mismo punto, a escribir poesía, crítica narrativa, a la interpretación y composición musical.  Mi destino, mi rol, ya entiendo, es el del embajador cultural.  Y con la experiencia y madurez he asumido este reto: el de ser comunicador, una voz del pueblo. Tarea que, por compleja que sea, me viene como anillo al dedo y además no tengo otra propósito que intentar lograrla.  Mi devoción por la lectura y escritura viene desde ese entonces.
Recuerdo mi primera lámpara de bombillo se convirtió en mi refugio.  Eso fue en vísperas de la fecha de mi octavo día de cumpleaños.  Mi abuela, quien tenía la costumbre de preguntar con anticipación lo que deseaba como festejo, fue como mi acólita en este caso.
Pues bien, desde muy chico  yo a mi abuela Bertha Lugo le hacía un truco para recibir 2 regalos de cumpleaños, (truco que aun funciona, por cierto).  El truco de anticipar mi regalo medio año, cosa que con el tiempo se iba borrando y el de pedir algo la fecha de mi verdadero día de nacimiento. Es obvio, que yo en esto estaba pillado, pero creo que a mi abuela que era una dama en todo sentido, no le importaba hacerme feliz 2 veces al año.  Además, yo aprovechaba,pues según ella yo era su bastón de la vejez.  Cosa que sí pasó, tal y como ella lo tenía diseñado.  Ya que por cosas del destino, en un intento de dejar Europa decidí volver a mi país natal.  No aguanté sino 2 años.
Si dos años aguanté a Bogotá. Mi vida en Holanda es tranquila socialmente y eso me doblegó a devolverme a Europa.  Y bien, como Bertha, así le decíamos, vivía en casa de mi madre y yo llegaba seguido a visitarlas, logramos compartir creo yo, los momentos que ella había soñado.  Quizá no logre yo ser aquel bastón de su vejez pero sí el nieto que comparte amor con su abuela adorada.  Fue mi abuela Bertha, la misma que años más tarde, habiendo terminado mi bachillerato, me contribuyo para poder realizar el viaje a Estados Unidos y luego a Holanda que me llevó al exilio voluntario por el resto de mis años.
El caso esa primera lámpara, regalo mi abuela, hizo posible que yo me levantará a leer en la madrugada.  La escena era que, mientras mi hermano dormía en la parte de arriba un camarote que teníamos, yo enfocaba mi lamparita sin que nadie supiera y disfrutaba de la lectura.  De esta manera, iniciado en la lectura, comencé a tejer el telón que fui llenando con escritura y con la música desde la edad de 12 años.












EL PRIMER PRINCIPE COLOMBIANO EN EUROPA
MUIXCATONE: tonos de la gente con ayuda de la voz y la palabra.
Yo he venido trabajando la escritura, la poesía y la música desde que llegué a Amsterdam en 1987, estás parecen ser mis compañeras de toda una vida.  Treinta y un años después, mi anhelo es seguir estos dos importantes objetivos.  Para esto voy a lanzar este que es mi segundo libro, por un lado. Y avanzar con mis arreglos musicales y grabar mi primer CD con mi propia música Latin Pop, que llamo estilo Muixcatone. En la actualidad pienso que ha sido una linda tarea cultural servir de Puente y establecer en Holanda, que es una de las cunas del arte moderno en Europa y el mundo entero.  Yo me he propuesto trabajar y dejar mi legado como si mi arte fuese un Puente entre dos mundos, el colombiano latino y el holandés colombiano latino.  Para esto he puesto el nombre Muixcatone en eventos festivales y ferias de verano en la radio local de Amsterdam, youtube y Facebook.
En el verano del 2017, durante un show de teatro experimental conocí por casualidad a Rosa Albarrán González, mejicana, quien a su vez había intercambiado con los fallecidos artistas colombianos, Miguel Ángel Cárdenas y Harold Lara Vega, ambos de Amsterdam. Y fue ella la que se refirió de mi con el amable título de Principe del Clarinete, luego de trabajar en conjunto en uno de sus performances.  
Fue ella, Rosa, quien encontró en su memoria argumentos, primero graciosos y divertidos, para creer que  yo interpretaba el clarinete como un príncipe. ‘Muy sofisticado y cuidadoso’, decía ella. ‘Además interpretas el clarinete como todo un principe’, fueron sus palabras.
Yo vengo tocando este instrumento desde la edad de 12 años y nunca se me había ocurrido utilizar un seudónimo tan particular.  Recordaba en sus palabras las cátedras de lógica matemática en la Universidad Libre de Amsterdam. Un día estando allí cursando segundo año, el profesor filósofo me llevó a pensar en la ignorancia del ser humano. El profe de cabellera rojiza escribió en el tablero esta frase que me cambió para siempre y que hoy cuento como anécdota,: ‘El rey de Francia tiene cabellera roja’, para aclarar el tema que estaba tratando sobre ‘ponencias falsas’.
Cómo era posible, si alguien  no conocía la historia de Francia, si alguien no sabía historia, podría llegar a creer que de verdad Francia todavía tenía rey y que este tenia cabello rojo. Entonces comprendí por primera vez, que muchas veces la política se basa en esta clase de frases falsas. Años más tarde relacioné estas palabras con Colombia, con Latino América, donde los políticos inventan cosas descabelladas como esta para ser elegidos.
Una día respondiendo algo sobre Colombia, queriendo comprobar que esa no eran sólo una frase de tablero sino algo activo y real pues la gente cree  historias sin pensar mas allá, aseveré que me parecía raro que el hijo del rey de Colombia hubiera nacido con seis dedos en un palacio en Bogotá. El chiste fue tan lejos que si yo no me retractaba y aclaraba mi fantasía, la persona que escuchaba hubiera seguido convencida de esta falsa propuesta. La gente cuando ignora, cuando desconoce puede creer lo que sea. Grave situación, sobretodo sí uno se transporta a la situación de Colombia, de América Latina, donde los gobernantes inventan redes de mentiras y el pueblo en su inocencia se tragan los  cuentazos. 
De modo que acoger el seudónimo de Príncipe del Clarinete no era algo tan desatinado, sí al fin y al cabo juntaba todas las razones que comento.
En mi caso, como escritor y músico, el sobrenombre cabía perfecto. La vida misma, los sueños tienen mucho de esto.
El hecho es que este sobrenombre fue tomando seriedad y desde un tiempo para acá he resuelto adherirle a las fotos de portadas de mis canciones el subtítulo de Príncipe del Clarinete.









ILEGAL A LOS 18 AÑOS PASO DE LA FRONTERA TIJUANA_SAN DIEGO
Vida en Orange County California
UN ÁNGEL DE LA GUARDA, MI ABUELA
I
Transcurría el año de 1983.  El panorama de mi futuro en Bogotá o en alguna otra parte de Colombia era oscuro.  Yo no sabía hacia que lado tirar el timón. 
Lo único claro, era que tenía que rebuscarme la vida.  Había terminado mi bachillerato.  Pero cuando me presenté, al segundo de los exámenes de admisión no alcance el suficiente puntaje para ingresar a estudiar Economía en la Universidad Nacional de Bogotá. O sea que nada.  Era como volver a comenzar de cero.
En mi casa todos hacían algo productivo, de modo que para cualquiera de nosotros era difícil pensar en tirarnos a la vagancia. Y conociendo a mi mama y a mi abuela, ser vago no era ninguna opción.
Por ese tiempo se acentuó la presión de mi abuela Bertha. Sin ella, de todas manera, sin su apoyo, mi futuro hubiera sido distinto pues era ella el piloto emocional de no solo mi vida pero de la familia entera. 
Si miro en retrospectiva, pienso que fue una decisión correcta la que a continuación voy a narrar. 
Pienso que de haber permanecido en Bogotá hubiera terminado haciendo música en la capital y muy seguro haría parte de una de las  orquestas famosas del país radicadas en Bogotá.  Para mi ya era claro mi objetivo, que si permanecía formaría parte de una orquesta famosa como son la Orquesta de Lucho Bermudez, Pacho Galán, Los Tuparamos, Los 8 de Colombia. La Sonora Dinamita, etc, que al final son las mismas orquestas adonde fueron parte de  mis amigos del colegio, los que terminaron haciendo vida musical.
Fue mi abuela, recuerdo con precisión, la que comenzó a guiarme y decidió salvarme pues siendo bachiller y ir a presentar Servicio Militar era una perdida de tiempo y algo peligroso para un joven bachiller en un país bañado por la violencia.  Entonces le pagó a un coronel amigo de ella para que por medio de su influencias me dieran la tarjeta militar sin presentarme al ejercito.
Ella tenía en mente, que a pesar de haber trabajado toda su vida en la imprenta militar , a pesar de haber estado toda su vida rodeada de militares, era más provechoso seguir una carrera universitaria.
Por eso al conocer la noticia que me había quedado por fuera de la universidad, al saber de la oportunidad que surgía de una llamada telefónica, de un número de cartas, de una invitación de mi exnovia, una de las Pinilla, Edilma, a que  viajara a California, ella no vaciló en diseñar la mejor estrategia para que mi viaje a USA fuera exitoso.  Empezó entonces por ayudarme a sacar la libreta y luego, aunque fuera de gran riesgo, ayudar con los gastos para que saliera del país y pasara, aunque fuera ilegal,  la frontera de los Estados Unidos ilegal.
De modo fue ella misma la que al saber de una invitación a irme, se mostró interesada porque yo me fuera del país.  Entonces, me llamó aparte un día que fue a la casa.
-vea mijo, acá no se va a quedar haciendo nada.  Usted es un joven inteligente no vaya a desaprovechar esa oportunidad.  Yo le ayudo con lo que pueda.  Si es el caso yo me endeudo y sacamos los pasajes a crédito.  Yo se que usted después me paga cuando llegué atrabajar allá. Yo tengo por ahí unos ‘dolaritos guardados desde hace tiempo’ que le pueden servir, se los voy a regalar.
 Así siguió pasaron unos meses y no había ocasión que estuviera yo cerca de ella y que no me olvidara que siguiera con la idea del viaje, que no era pertinente dejar enfriar esa idea, que no era sabio dejar parar esa grandiosa ganga. Y si mi abuela tenía razón, siempre tuvo la razón.  Haber tomado la decisión de viajar
-Yo se que usted no se arrepentirá, si quiere le doy para sacar la visa mejicana, para el sacar el el documento del Pasado Judicial.
Mi abuela Bertha fue realmente la que me abrió los ojos para que me fuera a empezar una nueva vida fuera de Colombia. Mi abuela era una mujer tradicional y que, venía del campo, a pesar de su poca educación había aprendido a sobrevivir en Bogotá.  Ella en su juventud ya había sido parte de la violencia que se vivía en el país, tanto que a ella y su familia les había salir corriendo hacia la capital.






TEJIENDO LA PARTIDA HACIA MÉJICO
II
A pesar que yo ya venía tejiendo varias opciones acerca de mi futuro inmediato en  Bogotá, tarde o temprano debería tomar esa seria decisión.  Hoy pienso que un tema tan importante es algo que la familia debería conversar más, ya que irse para siempre, como fue mi caso, meterme en el mundo del exilio voluntario, como fue mi caso, no es nada fácil de asumir y menos a la edad de los  de 18 años.
Una de las opciones más seductoras era irme del brazo de amigo de colegio Jaime Mancera a tocar con  una orquesta.  Jaime había estudiado conmigo en la banda musical del colegio Inem y cuando supo que yo estaba medio trabado con mi vida, cuando supo que yo estaba en en stand by, me propuso que ensayará saxofón en la casa de su padres, allí donde vivía. Me propuso que si estudiaba el ayudaría a abrir la puerta y así entraría a tocar saxofón con la Orquesta de Mañungo, de la que él era parte. La orquesta estaba radicada en Bogotá.
Pero había una condición primordial para pasar a la vida de músico profesional, tener la destreza de, poder leer cualquier partitura de música de un solo pasión, tal y como uno hace cuando lee una página de periódico.
Listo, le dije.  Me fui a practicar y a estudiar método a su casa en varias ocasiones.  Jaime Mancera siempre ha sido elegante y cordial.  De manera, para ayudarme, también dejaba a mi dispocisión las partituras de los temas que interpretaba la orquesta en las fiestas para que yo les echara una revisada.  Por esos días comencé a soñar que iba a amenizar una fiesta vestido de frac soñaba siendo un músico reconocido para que mi familia y en especial mi abuela se sintiera orgullosa de su talentoso nieto.
Sin embargo, por más que estuviera ilusionado de ser un músico de orquesta, de alguna manera  no me cuadraba la idea a la hora de pesarla contra la oportunidad de viajar.  Además, si yo viajaba, tenia la esperanza de que iba a seguir aprendiendo composición.  Mi sueño era estudiar composición y armonía musical par algún día componer mis propias letras y canciones.  Y como es la vida del que tiene suerte, es exactamente eso lo que estudié en el Saddelback College de California al año o dos de haber dejado Bogotá.
Junto a Jaime, yo sabía la oportunidad que tenia frente a mi ya que es esa la misma con la que tanto joven sueña para comenzar a triunfar en el mundo artístico
LA LLAMADA DE CALIFORNIA CAMBIÓ MI VIDA
III
La otra gran alternativa era seguir hacienda música con en el grupo de música folclórico andina Los Muiscas, uno de los que en mis ojos fuera un grup emblemático de la música andina de la ciudad de Bogotá desde los principios de los años mil novecientos ochenta. Junto estaba también el reconocido grupo Chimizapagua, ambos con cede y cuna la Universidad Nacional de Bogotá.
No obstante, seguir tocando quena y flauta traversa en los Muiscas dificultaba por la cuestión económica pues las presentaciones artísticas, mirando a futuro, no darían el resultado para tener una vida estable.  No quiero decir que Los Muiscas fueran un grupo Andino con poco éxito, por el contrario, bien recuerdo yo alcancé, por ejemplo, a presentarme con ellos en multitudinarios eventos, en el reconocido teatro Jorge Eliezer Gaitan, en el Instituto  Colombo_Francés, universidades y otros escenarios. 
El caso es que en la Colombia del año 1982 y tal vez pueda generalizar si digo también en Latino América,  aunque Chile y Argentina podrían ser una excepción, pues de allí venían grupos folclóricos con roce internacional. Pero en Colombia el  Folclore Andino no nunca ha sido tan fuerte como para tocar el nivel básico cultural que necesita la sociedad.  El folclore era escuchado y tal vez aun sea, por círculos predilectos de universitarios, y en cafés por gente con inclinación hacia lo alternativo.  Es más, queriendo yo ser en este aspecto  radical, prefiero decir que nuestra música autóctona es todavía menospreciada, hasta un nivel que le niegan su valor cultural.  La música folclórica como otras tantas clases de música debería tener un lugar distinguido en la sociedad.  Yo abogo que primero siempre será darle oportunidad a lo nuestro y luego a lo que venga de afuera
Percibía yo inclusive que entre mis mismos amigos músicos y allegados, existía distanciamiento, pues la música andina esta relacionada con vagancia y todo lo que esto trae consigo, trago, droga.  La en la capital asociaba la música andina con vicio y con y hippies.
En Colombia, tal y como es visto en muchos países de Latino América, el folclore es visto como algo secundario, por veía difícil mantener el nombre del grupo en la boca de un público y esperar hasta llevarlo al nivel de por ejemplo  Inti Illimani  o un Quilapalyun, que son ejemplos cercanos de grupos que disfrutan de su popularidad tanto en Colombia como en el resto del continente. 
En todo caso, en un momento dado, tenia que distanciarme de estas tres posibilidades que me daba la vida para llegar a lo que creí sería la elección más correcta.
El tiempo fue labrando el camino de mi decisión Tocaba en una y otra orquesta, en un uno y otro bar al que me llamaban para reemplazar al músico que usualmente estaba de base.  Nunca me gusto la vida de segundón.
Así es que como me fui abriendo espacio mientras mantenía el vivo el contacto con Edilma Pinilla, que como digo, fue uno de mis novias de la adolescencia.  Yo quería viajar.
Un domingo recibí una llama desde Estados Unidos.  Era ella, mi exnovia  que me estaba buscando  Tenia buenas noticias.  Si me decidía, si decía si al tema del viaje, ella me prestaba los 500 dolares que costaba el paso con el coyote.  El resto sería parte de mi nueva Historia.
Es aquí donde ella empieza a ser parte del retrato, de la nueva etapa que empezaría formarse.
Transcurría el año de 1993, la fecha cuando dije finalmente que si.  Que si viajaba.
Estaba decidido, con esa idea dando vuelta en a casa dejé de estar en paz.  No le sacaba gusto a nada, hasta el punto que quise alejarme de todos, de la música.  El viaje a los Estados Unidos era un hecho que debía concretar.  De antemano quiero agregar que fue Edilma la misma persona, mi exnovia, la mujer que parió mi  primer hijo en 1987, justo antes de mi primer viaje a Amsterdam.  











EL NIÑO QUE SUEÑA CON VIAJAR A USA
IV
Meses mas tarde tomamos el avión hacia Méjico Distrito Federal.
A los 18 años uno yo no conocía realmente nada del mundo.  Nunca había salido del país, pero recuerdo que alguna desde infancia soñé con vivir en otro país, anhelaba ir a los USA.  Soñaba con ir donde residían una tía y su hija que nos iban a visitar de vez en cuando, que nos llenaban de regalos traídos de lejos, ropa usada pero con etiqueta ‘made in USA’, vestimentas de colores llamativos y modas que quizá si llegaban al norte de Bogotá, que son los que más viajan, pero no al barrio Inglés, un barrio de clase media_baja al sur de la ciudad que es donde pase mi infancia y adolescencia hasta que salí del país.
El tema de viajar con mi tía era una fantasía y nada más.  Con mi tía Carola, así se llamaba, el problema era la distancia y la comunicación.  Como cualquier viajero de este siglo, mi tía venía en ese entonces también venía de afán.  Solí quedarse muy pocos días en cada lugar. Además, el otro asunto es que, teniendo poca edad nadie prestaba atención.
De esa época se me quedó grabado el olor perfumes extravagantes y finos.  Los viajes de mi tía se plasmaron en mi mente, pero con ellas poco se pudo concretar.  En la familia tampoco se sabía mucho de la vida ‘americana’ que ellas llevaban.  Su vida siempre fue una intriga ara mí.
Ellas parlaban mucho de Nueva York… Nueva Jersey con ese acento que fueron adquiriendo después de estar varios años allá.  El hecho es pocas personas de la familia sabían que sí ellas sería difícil de volverlas a encontrarse iban y quedaban pocas huellas de como seguirlas.  Además que la cuestión de visado y extranjería siempre ya era un tema complicado para los colombianos.  Por fortuna todo ha cambiado desde que entró el siglo XXI.  Por fortuna la gente ya viaja de un lado a otro como si se tratase de un viaje a otro, por fortuna ya podemos hablar de esta globalización y del Mercado libre viajero.





SIN PLATA NO LLEGA NADIE MUY LEJOS
V
Así es como, una vez graduado de bachiller que era mi primer paso y con los deseos de viajar al extranjero vivos, reanudé el contacto con mi exnovia quien había logrado salir del país con su madre y hermana rumbo hacia Baja California.  Ese fue mi efectivo contacto.  A pesar que ya no eramos novios, ella llamaba a la casa de mi mama y charlábamos de vez en cuando.
Fue ella la que me sugirió que si me quedaba en Colombia perdería el tiempo,que era el mismo pensamiento de mi abuela. Y repito, solo basto que me dijera que prestaría los 500 dólares que costaba pagar a un ‘coyote’, que son los encargados de infiltrar gente ilegal por la frontera hacía los Estados Unidos.
Mi exnovia me garantizó que el coyote era confiable y que seguro pasaríamos la frontera estadounidense y en buenas condiciones.  El coyote aseguraba un paso limpio.  Ellos allá confiaban mucho en él.  El plan sonaba bien y pues nos fuimos dando anos a la obra..
La próxima vez que hablamos, que fue como a las dos semanas, me volvió a ratificar que sí que, que sí era posible prestarme el dinero y que sí era posible conseguir un coyote serio que me  pudiera pasa al otro lado de la frontera mejicana.  El tema se había puesto serio hasta el punto que ya no había vuelta atrás.
Entonces deje de ilusionarme con hacer más planes en Bogotá.  Deje los planes de asegurarme un puesto en una orquesta de nombre y me propuse enfocarme en el viaje.  Pero debía pensar cómo solucionar mi mayor dilema, el costoso viaje.  El pasaje a Ciudad de Méjico. 
Esta noticia me llevó a vender mis objetos personales para costear mi éxodo.  Por fortuna, había trabajado tocando saxofón todo el año en fiestas de pueblos con una orquesta cuyo director tenía muchos contactos y nos había ido bien amenizando fiestas en los pueblos en la época de navidad y fin de año.  Así logré recolectar mis primeros pesos.Luego con la venta de cada una de mis pertenencias logré recaudar el dinero para la primera cuota del pasaje… Fue sí como vendí mi ropa, las ruanas que use anteriormente para las presentaciones de música Andina. 
Lo más preciado que podía vender era mi saxofón tenor.  Y como había trabajado junto con otro amigo saxofonista, Nelson, ‘flauti’, pues le convencí que el tenía una ganga si decidía ser el cliente que comprará I saxofón tenor.
Muchos años más tarde, tuve la desilusión de saber que este mismo amigo había sido asesinado una media noche en época de navidad.  No se sabe si por robarle el o como decían algunos, por no querer compartir con unos desconocidos una botella de aguardiente que llevaba consigo.   Esta muerte me dejó toca por mucho tiempo pues con Nelson “flautí’ compartimos muchos días tocando entes de yo salir definitivamente hacia Orange County.
Y es exactamente por esos días de la venta de mi indumentaria y artículos personales cuando vuelve a reaparecer mi Ada madrina, mi abuela Bertha.
Como había anotado anteriormente, es ella la que velaba por nuestro bienestar, su visita angelical semanalmente a la casa donde vivíamos era algo puntual. El día que le comenté de mi resolución de viajar se puso muy feliz.  Cuando le comenté de mis nuevos planes y de la llamada decisiva desde estados Unidos, en la que ya quedaba ratificada la invitación, ella no dudó en apoyarme para que tuviera pie fuerte y tomará en serio mi resolución.
Mi abuela Bertha era abuela por parte materna, -mi otra abuela por parte de papa, la abuela Mercedes, había muerto mucho tiempo atrás. Lo poco que acá puedo agregar es que es que vivíamos en la casa que  abuelo, ‘un paisa de pura cepa, según asevera mi mamá, había dejado como herencia a todos sus hijos.  Todos los hijos de mi abuelo vivía allí, excepto mi tía que como comenté estaba residenciada en USA.
De ahí que yo tuviera una infancia equilibrada y feliz, rodeado de primos y primas constantemente.  Eramos 14 niños los que vivíamos en la misma casa.  De  modo que mi infancia fue una época de juegos e inventos, de fiestas y vida familiar.  Allí convivíamos todos juntos.  Era una casa grande de dos pisos y cada familia habitaba uno o dos habitaciones.  A decir verdad, afortunadamente la vida en familia marcó los principios morales y éticos de todos los chiquillos que habitamos allí. 
Ahora, regresando al tema de mi abuela Bertha, no tenía yo otra persona que me hubiera apoyado más que ella.  Ella estaba siempre pendiente de aquel ‘Bastón de su Vejez”.  Como comenté, así me llamaba por ser yo quien desde temprana edad me la pasaba con ella, por ser yo el que la acompañaba a la plaza a mercar, el acompañante que le daba seguridad los días de fin de mes que era cuando iba a cobrar el dinero de su pensión militar. 

MI ABUELA BERTHA LUGO PENSIONADA MILITAR
VI
Mi abuela era una pensionada por haber trabajado para una institución militar y pues habiendo sido una mujer soltera, ( nunca formalice vida conyugal pues mi abuelo, que según ella fue el medico del pueblo, la Palma, nunca la había querido tomar en serio y solamente la quería como una clase de concubina.  Así que ella, al no querer ser la segunda mujer de un hombre casado, se fue del pueblo para Bogotá, que es como a 6 horas de viaje desde el pueblo.  Recuerdo la vez que me llevó a la Palma.  Todos eran amistosos con ella.  Un día me dijo, recuerda aquel tipo que le toco la cabeza… yo estaba sorprendido. No le dije.  Pues ese que te tocó la cabeza era tu abuelo.  Nunca en mi vida recordé su rostro a pesar que sus palabras me daban vueltas .  Yo trataba de acordarme quién de la gente  que  me había saludado era el que más tenia pinta de ser abuelo mió.  Era el médico del pueblo contaba ella.  Era un señor con mucha plata.  Y ella lo conoció cuando la mandaban a comprar en una de las cacharrerías de la que este ,  mi abuelo materno era dueño.  Nunca supimos nada de él.  Ese capítulo estaba cerrado.  Quizá le doliera a mi abuela hablar de ese tema porque nunca lo mencionaba con agrado.
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Ella, mi abuela, era la única que anhelaba mi salida de Colombia.  Era un propósito un objetivo que ella se había propuesto.  Y claro yo le copies su idea.  Yo estaba feliz por esos días cuando ella me dijo que contará con ella para la diligencia de los pasajes.  Que siendo tal el caso ella era la que me prestaría el dinero y me s0erviría de fiadora.  Tal cual sucedió.  Sacó el crédito del pasaje al D.F. Y recolectó veinte dólares para ayudarme si era necesario, una vez llegase y para solventarme los primeros días que llegará a mi destino Laguna Hills.
Creo que antes que yo, antes que cualquiera, era ella la que soñaba con que yo llegará lejos. Repetía que en Colombia no había oportunidad para los jóvenes.  Por eso, no fui solo yo a quien pudo ayudar para que saliera del país.  Ella ayudó a varios para que emigraran y buscaran mejores horizontes, se superaran y crearán nuevas oportunidades para sus familias que quedaban atrás.  Quizá salir del país, vivir en el extranjero fue su mismo sueño y al ver que el destino le negó esa oportunidad, resolvió ayudar a otros.






PASAPORTE CHIMBIAO
VII
Recuerdo que por esos días en mi afán por comenzar los tramites y tener en regla los documentos para poder salir del país, me fui para el Ministerio de Relaciones Exteriores, que quedaba en pleno centro de Bogotá, que dizque a conseguir el formulario para expedir mi pasaporte. En Colombia no hay lugar en donde uno quiera hacer un trámite y no se encuentre con un estafador camuflado de perito. Y más allí donde llega tanta gente desinformada y sin saber por donde comenzar el papeleo.
El caso es que tan pronto llegué, me cayó encima uno esos tantos peritos que siempre abundan en estas oficinas de trámites, me cayó como zancudo a chupar mi sangre.  Yo no tenía idea de nada.  Nunca había salido del país. Ignoraba el orden del trámite por completo.  Como digo, este sujeto se me había adelantado, de manera que yo no tuve oportunidad de acercarme a preguntar directamente en la ventanilla cuando ya estaba envuelto en un sin número de trabas, que la fotografía  debía ser así, que el color azul asa, que el formulario debía ser llenado con maquina de escribir y no a pulso, (no existían las computadoras caseras), que debía sacar una ficha, que las fichas eran contadas y las repartían muy temprano, que había mucha gente que llegaba en la madrugada a hacer la fila, que si no tenía su ayuda me gastaría varios días hacienda el trámite. Etc. 
Desde ese mediodía caí en su trampa.
-Perdón, le puedo ayudar en algo?  Viene usted a sacar el pasaporte o permiso de extranjería?  Si ese so lo que necesita, yo soy el indicado.  Acá hay demora en todo, a la hora que usted ha llegado ya no hay nadie trabajando.  Hay que llegar temprano a hacer fila, pero con el frío de la madrugada y sol de la mañana la gente no aguanta.  Vea, yo tengo una persona con influencia que me ayuda allí adentro.  Si quiere usted.  Yo le colaboro barato con el papeleo. Acá puede usted perder el año haciendo ese trámite.  Créame, yo le voy a cobrar poco por hacer esa vuelta. Es más, si usted le parece comenzamos mañana temprano, con eso, le aseguro, en cuestión de un día usted ya tendrá su pasaporte en sus manos.
Con tanta palabrería, yo creo que no tuve tiempo de pensar mucho.  El recinto estaba desolado pero quedaban rastros las huellas de lo que había sido una mañana ajetreada, en el piso habían formularios rotos y arrugados y papeles deshechados. El ambiente aun estaba impregnado por el olor a sudor de mucha gente. 
De manera fácil asentí a que me ayudara, me pareció apropiado pagar y evitar tanto tumulto y tanta confusión. Además que teniendo él contacto directo con las oficinas, yo no perdería yo mucho tiempo en ese trámite. 
Entonces, sin dar espera, desapareció para ir a traer un formulario.  Cuando llego, me dijo, ‘vea así es que empezamos’. Manos a la obra.
Llenamos la primera parte y como era medio día, me dijo que mejor continuábamos al día siguiente temprano. Ese mismo día en el calor del evento me pidió un adelanto que él utilizaría para ir formalizando el asunto, para darle a su amigo en la oficina también algo por adelantado.  Incauto y desprevenido, qué  sabe uno de esas cosas a los 17 años, le pasé una buena cantidad de plata como símbolo del trato, como señal que yo era un joven de palabra y cumplidor y que sí estaba de acuerdo que me ayudara con el trámite.  El me hizo pensar que el sospechoso era yo y no él.
-Recuerde, por el pago de mi labor no hay problema. Yo le voy hacer ese trámite por un precio rebajado y asequible.
Entonces intercambiamos números de teléfonos y quedamos en que nos comunicábamos esa misma noche para hacer la cita del día siguiente y continuar con el trabajo.
A primeras horas de la noche intenté llamarlo.  Pensé que el tipo estaría ocupado.  Pasadas una horas volví a insistir.  El teléfono timbraba pero nadie contestaba.  Me cansé de llamarlo.
Así pasaron dos o tres días y nada.  Hablé con uno de los amigos que viajarían conmigo a Méjico.  Me dijo que eso estaba raro.  Que eso e sonaba a tumbado.  Y si, efectivamente, yo ese día había sido presa de un atraco.  El contacto, el perito y el teléfono resultó ser todo falso.
Unos días más tarde regresé al Ministerio para realizar mi trámite, ya prevenido por lo sucedido pero aun emberracado y con ganas de encontrar al tipo y denunciarlo. Lo busqué pero el tipo había desaparecido. Así fue como quedé marcado, por esta experiencia que en mi vida entera guardo como mi ‘primera’ inocentada.  El vivo vive del bobo decían en Colombia.  Y eso exactamente fue lo que e paso.



EL PRIMER VUELO EN AVIÓN FUE A MÉJICO D. F.
VIII
En el D.F. o Ciudad de Méjico, que es como los mismos mejicanos llaman a la capital, después de 15 días merecidos días de vacaciones y visitas, después de habernos dado un baño de turismo por los alrededores de las pirámides de Teotihuacan y el Lago de Xochimilco, recuerdo, pensamos otros tres acompañantes y yo que ya era hora de seguir con nuestro plan, ya era hora de partir del Distrito Federal.  Nuestra itinerario ý paradas estaba marcado desde que salimos.  Bogotá-Ciudad de Méjico_Guadalajara_Tijuana_San Diego California_Orange County
Así que nos fuímos para la estación central de buses, de donde salía el transporte para todo el país. Allí nos sorprendió la guardia de Inmigración.  Estábamos hablando, Mauricio, Machuco, Alvaro, el Hijo de doña Erminda y y yo, que hacer, dónde hacer la fila, que sé yo, cuando nos cayeron 2 agentes por la espalda y  en menos de un abrir y cerrar de ojos nos tenían esposados allí en pleno centro de la estación. Nos detenían por infringir la ley de Inmigración-Están detenidos, ustedes van deportados para Colombia en el vuelo que sale esta noche, fueron sus palabras.  Nos iban a echar como perros del país de los mariachis y Cantinflas. En un momento de lucidez, dentro de el aturdimiento de lo que estaba sucediendo, me llegó la imagen de mama triste de la perdida de la plata de los pasajes y por los gastos y deuda por la que debía responder pero feliz y dichosa de que su hijo regresara y al fin no se hubiera marchado del país, recordé a mi abuela, sus palabras alentadoras.  Recordé el barrio que tan solo quince días atrás había querido abandonar.  Me puso pensativo el hecho de volver al mismo barrio sin ni siquiera haber tenido la oportunidad de experimentar la vida en USA.. 
Recuerdo como si fuera hoy aquel momento de la detención.  Esposados? Pero por qué tanta exageración?  En mis ojos nosotros eramos viajeros y nada más. De todas maneras, con el ego y mis ínfulas de artista, el hecho quedó como una gran humillación. Además que era mediodía y la estación de bus, imagine usted cualquier estación de metro, de bus, de transporte, de una ciudad  sobre poblada como es el D.F.  Yo sentía vergüenza porque el sitio estaba abarrotado de pasajeros con cajas y equipaje, vendedores de comida, viajeros y demás.  La gente que pasaba por nuestro lado nos miraba como si se tratase de una banda de delincuentes imaginaba yo..
De los primeros 15 días que quedé  a mi llegada me impresionó que los hombres del Zócalo, los vendedores en Plaza principal tuvieran, además del corte de bigote, un picaresco parecido con el conocido Mario Moreno.  En verdad habíamos llegado a la capital de los hombres con cara de Cantinflas.  Yo veía pantalones cortos,  bigoticos y cantinflitas por todas en cada esquina, en los emboladores de zapatos, en os vendedores de quesadillas, en las tiendas de barrio y restaurantes de tacos y enchiladas. 
Y hablando de comida, recuerdo los mercados llenos especies mejicanas de y comidas exóticas.







QUE ENCHILADA TAN HIJOEMÍCHICA
IX
En cuanto a la comida de aji y enchiladas a mi me fue regular, valga la pena anotar.
Siendo nosotros colombianos no estábamos acostumbrados a comer tanto ají y menos en el huevo del desayuno.  Recuerdo mi primer enchilada. Uyy, de contar y no probar.  Ese día subí al cielo y creí que no iba a poder bajar jamás. Que enchilada tan hijoemíchica, .  El lugar donde arribamos habitaba una familia mejicana de pura cepa y bastante agradable.  Veníamos con referencia de ellos desde Colombia. El caso viene que al día siguiente de haber llegado, a la hora del desayuno, la madre preguntó si queríamos huevos revueltos. Todos consentimos en decir, si claro, por supuesto, si sin saber en el problemita que nos estábamos metiendo.
Recuerdo que tan pronto probé mi huevo, salté como si me estuviera quemando.  Uyy esto pica fuerte…
-Si pica un poquito.  Pero come tranquilo, ahí así te acostumbras,  a medida que vas comiendo pica menos, Cierra la boca y te picará menos, dijo la señora en tono tranqulizante.  Pero ni su tono ni su consejo de cerrar el pico sirvió de nada.. 
Igual a como nos habían acostumbrado desde pequeños en Bogotá, no dejé nada en el plato.  Al parecer, el único que lograba entender lo que estaba sucediendo en I boca era el perro que se había sentado al lado mio, mirando como queriendo decir, ya se enchiló, venga para acá, que ese resto de comida es mía..
De manera que acabé con las tortillas, el pan que nos trajeron extra y todo lo que nos sirvieron de desayuno. Había comido como una fiera hambriada.  Y como dije, yo era un ignorante en este tema de la picazón y transcurrió mi día sin novedades, sin sabía el problema en el que me había metido a mis intestinos.
El problema comenzó tan pronto amaneció, solo entonces recordé el desayuno del día anterior en el momento que me dieron ganas de ir a baño.
Me senté, mire para todas partes del baño, como usualmente hace la gente.  De pronto me di cuenta que entre más despojaba más sentía que me estaba quemando.  Uno no sabe de que calidad y clase es el ají hasta que llega ese momento de la deposición.  Pues bien, yo no sabía que era mejor, gritar taparme la boca, rascarme la cabeza o callar del ardor y calentura que da el ají cuando va saliendo por el año.
Yo sudaba.  Me quería bañar, rascar, meter el rabo en agua, quería, pensaba en salir corriendo.  Además, en casa ajena, uno tiene cierta precaución y trata de no hacer tanto ruido.  Cada vez que pensaba que había pasado el ardor, después que estaba limpio, me devolvía a la taza el mismo  ardor.  Tenía soltura.  Hacía calor pero yo sudaba del escalofrío.
Nunca se me pudo olvidar aquella escena. A la palabra enchilada le tomé respeto.  De modo, que desde ese Segundo día me fue necesario prestar atención, con esa experiencia ya no era conveniente, por más deliciosa que fuera, meterse cualquier clase de comida en la boca. 








DELIRIO LUEGO DE LA RETENCIÓN EN LA TERMINAL DE AUTOBUSES D.F.
IX
Pasados 15 días en el D.F. retomamos nuestro viaje hacia la frontera con los Estados unidos, como describe, teníamos decidido reanudar el viaje hacia Tijuana, hacia la frontera con San Diego.  Repito, nuestro itinerario estaba bien estipulado, pero es que la vida da muchas vueltas y uno no sabe, cómo, ni cuando ni por qué, algo imprevisto va a pasar.  Bogotá, Méjico D. F. Guadalajara, Tijuana y San Diego, ese era nuestro objetivo básico..
Soñadores y contentos nos dirigimos a la Estación de Bus.  Ya teníamos planteado que habiendo era hora de dar nuestro próximo paso.  Entonces nos reunimos en la mitad de la estación de transporte a decidir la hora y la  empresa que pudiera llevarnos
Estando en plena discusión con mis otros 3 acompañantes colombianos, se nos acercó un par de hombres que nos llamaron a un lado.
-Sus pasaportes, Para adonde viajan los señores?.
Nosotros no sospechábamos nada.  Y uno de todos modos se asusta cuando son temas con la policía y la ley y además, nuestro viaje aun estaba en su comienzo y de pronto el inconsciente jugaba un papel haciéndonos creer culpables, sobretodo de un hecho, de un viaje que aun no estaba en pañales y que recién comenzaba cuando tomáramos el autobús que nos llevaría hasta Guadalajara..
-Van ustedes a pasar la frontera con los Estados Unidos!. Al escuchar esto, todos quedamos inmóviles aterrados.  Los agentes de inmigración habían descubierto nuestro plan.  Pero cómo? Cuando? Habíamos hablado demás sin darnos cuenta?
Esa frase de culpabilidad nos dejó sembrados en el piso, atónitos. Cómo era posible que habernos leído el pensamiento.  Qué habíamos hablado de más, en que momento habíamos soltado la lengua.  Nuestro acento colombiano nos delato. Pero había que seguir siendo voluntariosos..
-No, no señor, nosotros estamos de visita, somos estudiantes.  Estamos de turismo en su bello país.  No señor se equivoca, nosotros no vamos a cruzar ninguna frontera, contesto Mauricio, uno de mis compañeros de viaje que era el más adulto, más serio  y respondón de los cuatro que salimos desde Bogotá.
-Nosotros venimos de vacaciones.  Siempre soñamos con venir acá.
De inmediato -nosotros no eramos perita en dulce para no visualizar el problema en que estábamos ahora metidos, sin habernos pasado mucho tiempo y sin   habernos respondido qué era lo que realmente estaba sucediendo, nos percatamos que la policía de inmigración nos habían confiscado los cuatro pasaportes, que a los cuatro nos habían decomisado los boletos de vuelo de regreso a Colombia. Boletos que al final de cuentas nunca utilizaríaos, de ser posible nuestra entrada la los Estados Unidos.  La idea era retornar el cupón de vuelta por el tema de la devolución de dinero.
Pero lo peor aun estaba por suceder.
Nos arrinconaron en una de las esquinas de aquella estación de buses nacionales y como conté, como si se tratase cuanto criminales, nos fueron asegurando las esposas y nos dejaron sentados en una rincón de la estación. Que momento tan terrorífico pienso yo aun.
Se habían quedado con nuestras documentos y pertenencias.  Allí habíamos quedado aburridos y tirados sin palabras que cruzar en unas sillas de plástico.  Tristes.  Callados.  Avergonzados.  Despistados.  Qué había pasado?.
Ninguno tenía mínima idea de lo que iba a acontecer.  El hecho es que el viaje hacia San Diego ya no era más que una ilusión.
-Ustedes quedan detenidos por infringir la ley de inmigración. 
Quedamos perplejos, nos mirábamos con cierto secreto.
-Esta misma noche irán devueltos a Colombia en el primer avión, allá  primero irán a la cárcel o como lo determine los de inmigración o el gobierno colombiano en estos casos.
Esas palabras, causaron una carcajada de impotencia y frustración.
Entonces fue cuando me acordé de mi familia, en los objetos que había vendido, en la vergüenza que de ser devueltos y llegar al barrio con los bolsillos vacíos.
Aquella  risotada salía más de un sentimiento reprimido.  La desesperación se fue acentuado con el paso de las horas.  Después de varias hora allí sentados, cuando comenzó a hacerse tarde, nos asustamos de verdad.  Será que nos va a hacer algo? Será que nos quitan las cosas y después nos desaparecen? Uno piensa de todo en una situación de estas y más cuando lo tienen a uno amarrado.
Los viajeros no dejaban de mirarnos con sospecha. Las horas transcurría y no pasaba nada. Comenzó a caer la noche. Los guardias se había ido del lugar, sabíamos que nos vigilaban pero ya no estaban a la vista..  La único que sabíamos era que con esposas no podíamos correr ni irnos estando con las manos atadas en la espalda.  
Luego se acercó uno de ellos, nos dijo que esperaban el transporte que nos llevaría al la oficina de Inmigración.  Las palabras confirmaban nuestra sospecha.  El tema del continuar el viaje estaba enredado. Quince cortos  días había durado nuestro intento y fracasaba. 15 días de gozadera se borraban con esta contrariada situación.




A LA SECRETARIA DEL DIRECTOR DE INMIGRACIÓN LE GUSTA LA POLLERA COLORÁ
X
De manera que cuando llego la camioneta de Inmigración nos subieron como perros enlazados.  Ya no había opción alguna.  Allí estábamos enjaulados como pollos en la plaza del mercado.
Llegó la noche.  Con el paso de las horas los agentes de inmigración se encargaron de llamar a uno por uno de los 4 colombianos para ser interrogados.  Todos por separado.  Cuando me llegó el turno yo ya estaba tranquilo.  Pensando que de verdad íbamos a ser deportados el día siguiente.  Me parecía raro que las preguntas que hacía el guardia de inmigración se oyera en voz alta pero que el mismo fuera el que la contestaba tambie’n en voz alta a manera de auto dictado. 
Su nombre es O. D. Velásquez Lugo. Lugar de nacimiento Bogotá Colombia. Edad 18 años. Profesión estudiante, músico. Motivo de la captura: propósito de pasar la frontera hacia Estados Unidos y un largo chorizo de otras acusaciones. 
Yo creo que alcancé a decir mi nombre, el caso es que el guardia de inmigración, un hombre experimentado en el arte de la narración, contestaba a las preguntas que el mismo hacía pues por una parte sacaba los datos de mi pasaporte y tiquete de avión. El resto lo llenó con cuentos e inventos de su imaginación.  Yo llegué a pensar que a estas oficina donde me había traído llegaba mucha gente como yo pues el agente conocía la rutina a la perfección, tanto así que ni miraba, ni daba la oportunidad para decir nada que no fuera o que el tenia en mente relatar.  El hombre con el blindaje que tiene la autoridad hizo y escribió literalmente lo que se le venía a la cabeza, lo que se le daba la gana.
Escuchaba me limité a escuchar su voz y sus argumentos.  Movía los labios como un muñeco ventrílocuo.  El pasaba por alto que yo estuviese allí.  Me sentí vulnerado pero decidí quedarme callado.  En esas circunstancias el guardia se encargaba que sus palabras fueran contundentes e información valiosa.  Yo preferí callar.  Sonaba entonces el eco de la voz del guardia y el teclado de una vieja maquina de escribir que utilizaba, el resto era silencio absoluto.  No había nada que agregar.  Recuerdo  que en ese momento me sentí vulnerado. Y seguía sin que yo chistara palabra.  Yo ni siquiera le miraba. Me limpiaba las uña o miraba para el techo esperando que pasara este mal momento: ‘ Yo’ se decía, ‘declaro que es verdad, que mi intención de venir a Méjico es la de usar el territorio nacional hasta llegar a Tijuana y así poder cruzar la frontera con los Estados Unidos.  Yo estoy de acuerdo que he infringido la ley y que por tal motivo acepto ser devuelto a Colombia tan pronto como sea posible el embarque’.  Lo pero es que yo firme esa enjambre de mentiras.
Yo permanecí mucho tiempo callado.  La formalización de este documento de acusación duró como una hora, pero por más experiencia de tipógrafo, por más que le daba y le daba a eses teclado, por más que escribiera, enrollara y diera espacios es tiempo parecía esta estático, así que todo este tiempo callado me había parecido una eternidad.  Seguramente a estas horas de día, sin comer, con sed uno ya comienza a dar señales de cansancio.  Bien, para acortar esta parte de la historia, debería enfatizar que mi asombro fue menos cuando vi que me pasaba tres hojas tamaño carta repletas de letras y aseveraciones que yo nunca había acordado para que les pusiera fecha y firmara que estaba de acuerdo con ser deportado.  Si había algo con que no estuviese de acuerdo era eso, firmar un acta sin que yo conociera todo el contenido de lo que se me estaba culpado.  Pero no había otra opción mas que firmar y comer callado.  Sabía que ya otro de mis compañeros así había firmado.  Nos seguíamos mirando incrédulos.  Cómo era posible que habíamos caído en sus manos como ovejas sin rebaño por el simple hecho de hablar con acento colombiano.  Por otra parte era obvio.  El colombiano siempre pasa de astuto y nosotros no habíamos sido precavidos a la hora de comprar el pasaje de autobús.  Ya no había nada que hacer pensamos resignados.
Recuerdo que iban a ser las 6 de la tarde y  pronto llegaría el cambio de guardia.  Nosotros estábamos resignados.  Uno de los guardias nos dijo que de pronto podíamos hablar con el director de inmigración, a ver el que decidía de nuestra situación.  Eso nos di una esperanza. 
Cuando llegó el director, pasado un rato, nos llevaron a su oficina en la más alto de ese edificio de ocho pisos, contamos nuestro relato.  El jefe se veía un tipo relajado y buena gente.  Estaba relajado.  Yo debí haber tenido cara de niño todavía.  Me preguntó que si era verdad que estábamos solamente de viaje, no tuve otra respuesta que mentir.
Si señor, estamos de viaje, fue mi aseveración fulminante.  Yo le miraba a los ojos y me daba cuenta que no era fácil convencerle.  Los hechos, las actas firmadas hablaban en contra nuestra. Fue entonces que me preguntó mi profesión y de que vivía, de donde había sacado dinero para el viaje.
Ya con las oportunidades casi en cero, le conté que si que era verdad que yo era estudiante, (ya había finalizado mi bachillerato claro).  Y le  aseguré que la plata del viaje la había ahorrado tocando en orquestas, que era mi profesión y que yo debía regresar a Bogotá para cumplir compromisos relacionados con música
-Bueno, vamos a hacer una cosa.  Algo bien original. Usted me dice que sabe tocar música.  Voy a ser condescendiente con usted cuatro.  Les voy a dar una sola oportunidad.  Usted es el que debe salvar a os demás.  Todo depende de usted, de su virtuosidad.  Así que lo dejo en sus manos, dijo el jefe de Inmigración en tono más relajado que el de los policías de la Estación del Bus y mucho más suave que el de los agentes que llenaron el documento que aseguraba nuestra culpabilidad allí en ese edificio.
Yo no sabía que pensar.  Me sentí presionado.  Qué era lo que debía hacer? Por qué yo, si yo era la cuba del grupo.  Entonces, tomando en dos manos esa oportunidad, me llene de valor y le dije listo.  Yo tomo el riesgo por los demás.  Además, de verdad que somos inocentes de los que nos están culpando.  Nosotros no hemos hecho nada.  Nosotros estamos de viaje por el D.F y nada más.
-ok, se trata de los siguiente. Mi secretaria principal  tuvo que bajar a hacer una vuelta, ella sube en un rato, la acabo de mandar llamar.  A ella le gusta mucho la música colombiana y en especial a ella le gusta bailar cumbia.
Seguro que se me iluminaron los ojos, yo como que sospechaba cuál era el reto que me iba a dar.  Entonces me puse a pensar.. cumbia, hay varias buenas. La cumbia Cienaguera, la Pollerá Colorá son muy típicas y seguro que en mi repertorio aunque fuera la Sampuesana le podía interpretar.  Me ilusioné sin ni siquiera entender lo que aun quería de mí.  El jefe continuó…
-Tan pronto como suba ella, usted toca una cancíon.  Imagino que como colombiano, como músico sabe usted tocar bien una cumbia.  Yo escuché en su voz cierta ansiedad.  Sabé tocar cumbia?
Entonces respondí que claro.  Que sí sabía, que podia tocarle una muy famosa muy internacional, una que seguro habían escuchado en Méjico.  Conoce usted la Pollera Colorá?
-Sí, esa.   Cómo es que suena?
Entonces, tararee el sonsonete de la Pollera Colorá. Y cuando lo vi convencido deje me callé.  Le dije que yo no cantaba bien, que sí podía intentar, que seguro la podía interpretar para ella pero que para eso era necesario que me devolvieran un par de quenas que me habían decomizado junto con otras cosas.
-Pónga cuidado al trato, me dijo.  Si usted toca bien, si mi secretaria se emociona y usted logra hacerla bailar de la emoción, yo les aseguro que les daré una prorroga, les dare na oportunidad de viajar otros quince días por las cercanías del Distrito  Federal.  Con ese permiso estarán ustedes bajo fianza.  Yo me quedo acá con sus pasaportes y pasajes y en quince días regresan por ellos y entonces,arreglamos lo del viaje de regreso a Bogotá. 
Tan pronto como escuché está proposición, me alegre muchísimo.  Yo nos podía salvar gracias a la música.  Si todo salía bien no dejarían en libertad.  Entonces me regresó el alma al cuerpo.  Mis compañeros de viaje no sabían lo que estaba pasando.  No sabía como compartirles mi temporal felicidad, pues a mi me habían apartado y solo a mi me habían llevado a a esa cita con el máximo de los agentes de inmigración.  El era el único que tenia la potestad y poder que no fuéramos deportados de inmediato. Estoy seguro que cuando tan pronto escuché su requerimiento, me debí llenar de regocijo y emoción.  Para mi, salir libres de esa detención, que nos dieran un permiso provisional para estar en Méjico era un paso tal vez más grande e importante que haber tomado el avión en Bogotá.
Un par de quenas eran los únicos instrumentos que yo había llevado al viaje.  Por lo liviano y pos su tamaño, eran muy fácil de transportar  La pareja de quenas bien afinadas y en el mismo tono las dos, por si había alguién en el camino con quien poder hacer un duo musical. 
Yo no estaba frío del todo.  Yo había venido tocado en  la calle, el las plazas y durante los viajes que habíamos hecho fuera de la ciudad.  Mauricio era un fanático de mi manera de tocar.  A él  encantaba que yo tocara y de vez en cuando me decía ‘a ver  Racso’, así me llamaba, (el nombre Oscar al réves),  ‘a ’ver, saque una de esas quenas,  déjenos escuchar un rato algo chévere. Yo veré, déjese sentir.  Yo veré, póngalos a gozar.
El pacto entre el ofical y yo sellado cuando me subieron las quenas.  Ahora había que esperar a que subiera la agraciada secretaria.  Tuve tiempo de pensar en los demás viajeros. Si ellos supieran lo que estaba pasando.  Si ellos supieran que estábamos a un paso de ser puestos en libertad condicional.
Así es como la música me iba a ayudar a que saliéramos de este vergonzoso aprieto.  Mi quena y una cumbia bien interpretada despejarían el camino hacia la libertad.  Desde ese día mis quenas fueron mi brazo derecho.  Hoy aun las conservo.  Mis quenas son mi Tesoro, una reliquia que me acompaña, junto con el clarinete Selmer que compré hace dos años en la casa de música Hampe & Berkel que según su propietario es la tienda de música más antigua de Amsterdam y de Holanda.









DE GUADALAJARA A TIJUANA. PASO ILEGAL DE LA FRONTERA DE U.S.A.
Adónde se dirije usted, dijo la guadía de inmigración en el aeropuerto de Tijuana
XI
Cuando subió la secretario, pasé un momento de nerviosismo.  La secretaria era una mujer muy bella.  Muy elegante.  Tenía cabello oscuro, tez blanca.  Estaba bien pintorreteada, usaba labial rojo, una minifalda que la hacia muy sensual y zapatos altos, lo que la hacía ver muy resplingada y elegante.  Ella me miró con cara de sorpresa.  Como queriendo decir.  Bueno y quien es este. Con  qué me va a salir.  Ella no tenia idea de por qué su jefe la había mandado llamar
Entonces, como los tenia en suspenso.  Me tomé el tiempo necesario.  Saqué una de las quenas del bolso guajiro en las cargaba y pensé, acá no hay vuelta atrás.  La voy a hecer mover las caderas y nos iremos de acá. Y tan pronto como escucho os primeros compases, tenia razón el jefe, tan pronto como escucho la canción que reconoció de inmediato, soltó sus manos, se las puso en la cintura y comenzó a danzar, comenzó a moverse como se mueven la mujeres que bailan cumbia en Colombia.  De la emoción, a  mi se me subió el calor a la cabeza.  Seguí tocando.  Ella estaba feliz y su jefe también. Luego les dije que si conocían el rito de porro y comencé a tocar La Mucura, que yo sabía también era una canción internacional.  El hecho es que a la secretaria ya la tenia en mi bolsillo.  A su jefe igual
. -Que bella serenata me has dado, le dijo al jefe.  Sabes tocar muy bien, mencionó dirigiéndose a mi directamente.  Yo le sonreí.  Estaba lleno de emoción.
Luego de la corta serenata el oficina del comandante de inmigración Méjico, me habló preponderante de lo que iba a pasar con nosotros.  Se refirió al decomizo de documentos de identidad colombianos, y que lo que haríamos era como una clase de fianza, porque él nos daba unos días más para permanecer en a ciudad de Méjico.
Luego bajamos donde mis compañeros de viaje.  Todos reíamos de nervios y de felicidad. Así fue como a cada uno nos entregaron un papel con sello y firma de jefe de inmigración y pudimos salir por la puerta grande de ese lugar.
Tan pronto como estábamos abajo en la calle, no sabíamos si saltar o gritar.  Pasamos la primera esquina riéndonos disimuladamente pero llenos de felicidad y a manera de secreto nos dijimos.  Listo nos vamos ya.
A la hora de tocar la puerta del edificio ya estaba bien entrada  la noche. No sabíamos dónde estabamos exactamente.  Méjico Distrito Federal es inmenso.  Frío, hambre, nada importaba.  Estábamos libres.  Podíamos volar.  Y eso fue lo que hicimos, volar rápido y sin dar tregua nos dirigimos e nuevo a la Estación de autobús donde nos habían retenido ese mismo día. 
Esta vez nos separamos y son chistar una sílaba, cada uno fue a comprar su pasaje con dirección a Guadalajara. 
Se la habíamos hecho.. 
‘Acá no nos vuelve a ver jamás’, nos dijimos en secreto
Y los pasajes de regreso a Bogotá? y los pasaportes colombianos? Nada importaba más que estar estar sin esposas y fuera de ese edificio de inmigración.  La libertad vale todo.
 Así es como logramos continuar el viaje con dirección norte.  Nos faltaban dos travesias importantes más.  Guadalajara, donde nos estaba nuestro próximo contacto y llegar a Tijuana a salvo y finalmente el paso por la linea fronteriza entre Méjico y USA que era para I la más importante y nuestro destino final















EL WETBACK, CALIFORIA DESTINO FINAL
Caminata hasta Sand Diego
Si las cosas salían bien y contábamos con suerte nos encontraríamos todos en el Burguer King.
XII
Resumiendo un poco, una vez a salvo en Guadalajara retomamos la idea de dedicarnos un poco al turismo.y de la vacaciones. Con el permiso de Jefe Federal de Inmigración, volvímos a estar amparados por la ley. De manera que el tema de la detención, deportación, y la confiscada de los documentos de viaje había quedado atrás.  Pasamos de quebrantadores a sujetos protegidos por la ley.
Quince días, con permiso del comandante para continuar visitando el país.
Retomando el caso, cuando nos soltó el jefe de inmigración, volvimos a tener fé. Y con los tiquetes del autobus en los bolsillos y sin percances esta llegamos a Guadalaja.  Quién no ha escuchado nombrar esa bella ciudad.  Allí estuvimos otros15 días.
En Guadalajara nos fue bien, ahí pudimos recargar baterías para el viaje a Tijuana.  Nuestro contacto allí en esta ciudad también estaba hablado. Fuimos a hospedaro a casa de una odontóloga colombiana.  Por medio de ella, de algunos contactos, conseguimos boletos para hacer nuestra próxima travesía otra vez en avión.
El problema que veían los que sabían de nuestros deseos de llegar  a la frontera, era que tomando el avión había gran probabilidad que nos volviera a para la inmigración mejicana.  Allí en Tijuana en la entrada de pasajeros se divide en dos.  Nosotros, por motivos de falta de pasaporte y de identidad, debíamos intentar pasar por mejicanos de la zona.
Era importante saberse camuflar  Entonces estuvimos en contacto con gente mejicana y nos enseñaron un poco como se hablaba en la frontera.  Por si alguien nos detenía debíamos decir que eramos mejicanos de allá.  Hicimos pues el debido adiestramiento y el día de abordar nos vestimos como si fueramos mejicanos.
Tod estaba calculado.  También estaba hablado que una señora con un paraguas rojo nos esperara a la salida del aeropuerto para llevarnos a hospedar a un hotel hasta que llegara el día que el coyote nos llevaba con él.
El viaje de Guadalajara a Tijuana, fue mi segunda subida en avión, el viaje estuvo lleno de ansiedad y excitación pues debíamos pasar bien este crucial obstáculo.
La experiencia de la detención en el Distrito Federal, nos enseñó que cuanto más separado estuviémos, cuanto menos español colombiano hablásemos, mucho mejor.  Ibamos directo hacia unos minutos de tensión e incertidumbre.
Pasar esta linea de inmigración en el aeropuerto de Tijuana era cosa de buena suerte. Cada uno de los cuatro viajeros, Mauricio, Alvaro, Toño Machuco y yo  salimos a diferente velocidad del avión, dirección la puerta por donde pasaban la aduana ciudadanos nacionales.
Yo preferí  ser el ultimo en salir de avión, pensando que era buena idea ver como iba la cosa con mis compañeros. Cualquier error que divisara de alguno, yo lo corregiría para yo no tener que caer.
Me di cuenta que pasaron los tres.
Llegaba el momento de mi turno, me tocaba iniciar mi caminata hacia la salida del muella en busca de la social y cómplice del coyote, debía ubicar rápido, sin dar señal alguna de nerviosimo a una señora con sombrilla esperando.  Comencé mi caminata, pensé que iba a un paredón donde posiblemente iba a morir.  En ese instante mi mundo se borró.  Sólo entendía que caminaba para adelante como un zombie.  Yo iba dando paso por paso en ese largo túnel  por simple inercia.
Al frente mio como a 100 metros logré ver que a lado y lado del callejón por el que uno debe salir, un par de agentes de inmigración, me asuste más, pensé que ahí  estaba la verdadera traba.  Era un hombre y una mujer.  Yo llevaba aun mi mochila en la que cargaba las quenas al hombre.  Traté de meterme entre otra gente que venía a lado mio a pasar el puesto de control.  Cuando llegué a la altura de los dos agentes, creí que me moría, sedé seco, se me fue la respiración, caminaba daba pasos sin saber cómo ni porque.  Que momento tan duro era ese.  Ahí cada uno estaba por su cuenta, si me pararan, caería.  Si me llegasen a parar, hasta ahí duraría mi viaje. 
Culillo, si eso era, me había llenado de culillo, que es como llamábamos esta clase de nerviosismo en Colombia, lo que hoy llamamos paniquiarse y friquiarse por stress.
Seguí andando sin tener noción de nada.   Veía a mis compañeros de viaje a salvo, debía caminar unos 100 metros pero a mi me parecieron millas. 
De repente, en el momento que pasé por la mitad de los dos guardias, que estaban parados a lado y lado del callejón de salida, escuché a mis espaldas la voz de la mujer agente que me preguntó.  Usted señor de dónde viene.  Me quedé sin oxígeno.  Parecía que alguien apagaba a luz. Este era el fin del mundo para mi.
Sentí que me habían atrapado de nuevo. Por qué me tenia que pasar esto a mí? Por qué me tenían que preguntar sobre mi procedencia justo a mi?.
Yo no di la cara recuerdo bien, yo no paré, yo no respiré.  Mis movimientos eran actos involuntario. Yo estaba era pensando que ya me habían agarrado y qué ahora que iba a hacer?.  Pensé que otra vez estaba cerca de una deportación.
Entonces contesté a la mujer sin darle la cara, sin darle los ojos. “Vengo de Tala’’ Y seguí mi paso lento pero certero pero con la idea, con la impresión que alguien de ellos me iba a tocar la espalda, que al  no detenerme alguno de ellos dos me iba a perseguir hasta decirme, escuche le estabamos hablando a usted. 
Yo esperaba que me fueran a tirar el buzo por la espalada para hacerme retroceder, sin embargo al no parar, cada paso me fue dando vida otra vez..  ‘Me sentí iluminado.  El caso es continué mi camino paso a paso.  Y me fuí alejando de los agentes.  No quise mirar si la agente que no estaba conforme con mi respuesta venía tras de mi.  Yo solo sabía que iba derecho en dirección de la salida.  Sentí que quería echar a correr, escapar. Mi mayor deseo era salir pronto del encierro en que me vi atrapado en ese callejón.  Ese paso por la mitad de los dos agentes me dejó huella, debe ser un trauma de inseguridad que nunca lo pude superar.  Todo estaba en juego, mi pasado y mi futuro y de no haber seguido lo hubiera echado a perder
Caminé hacia afuera como habíamos acordado, yo estaba en la jugada, nadie quería hacer ruido y levantar  sospechas, uno no sabe, en un aeropuerto como el de Tijuana hay agentes encubiertos por todas partes, y yo y todos, creo, ya eramos conscientes  de no querer volver a pasar por una situación como la de Méjico Distrito Federal .  La señora de la sombrilla que había vistos de lejos había salido del aeropuerto hablando con Mauricio como si le conociera de mucho tiempo atrás. Tan pronto como yo pasé las puertas de salida, aceleré el paso para no perderme de ellos.  Entonces la señora,  que vio que todo había salido bien paró, y nos saludo.  Nos dijo que estabamos a salvo con ella.  Que debíamos tomar un taxi hasta un hotel  y que allí esperaríamos noticias del coyote de cómo y cuando era que nos iba pasar.
El hotel quedaba cerca a la linea fronteriza.  Desde la ventana se veía el tumulto que hay en la frontera.  Me había calmado otra vez.
Al día siguiente la señora regresó de madrugada.  Venía comunicarnos el plan que tenia pactado con su socio, aquel personaje salido de una fábula, que llamaban el coyote. Sus instrucciones eran que deberíamos estar listo, que ella vendría a medio día a recogernos, que la hora indicada para pasar la frontera estaba estipulada para esa hora..  Y otra ve, desapareció.  No se quedaba mucho tiempo pero lo que captamos era que ella no era ninguna desconocida para la administración del hotel.
Llegó como a eso de las 11:30.  Entonces ordenó que sacamos nuestras pertenencias y que la siguiéramos, que hiciéramos como si fuéramos famiiares, como si nos conociéramos, para no alertar a nadie.
Luego caminamos unas cuantas cuadras.  Nos estacionó muy cerca a una gran valla.  Por aquí, dijo es por donde va a pasar.  Este es el paso que utilizan los camiones que van a entrar a Estados Unidos, por acá mismo que estarán ustedes también.  Pasando la valla estarán en San Diego California. 
San Diego, ese era nuestro destino principal.  Una vez allí podríamos embarcarnos pra pasar el ultimo retén antes de entrar a Orange county, que era donde nos esperaba la familia Pinilla con brazos abiertos.
San Diego allá vamos., ya estamos cerca de lograrlo.  Entonces, mujer, que también era coyote, nos dió un par de órdenes más que había que seguir al pie de la letra.
-Ven ustedes, ese aviso que dice Burger King?  Allá ya es San Diego.  Haya es donde nos volveremos a reunir.
Ella nos acompañó hasta muy cerca y luego desapareció.  Nosotros seguimos su ordenanza.  Estabamos a unos cuantos metros, muy cerca al lugar donde los camioneros deben muestran los documentos, donde revisan los fletes que van a ingresar al país de los yankees.
Según ella comentó, el guardia de lado derecho está arreglado, él era el que comía cierta cantidad de la comisión. 
-Pasan de a uno y siguen caminando en linea recta hasta allá donde está el aviso que dice Burger King, si no he llegado me esperan allá, en el restaurante que les acabo de mostrar, reafirmó la mujer.
El oficial de inmigración recibe parte de la tajada, no se preocupen, el dará a cada uno la señal en el momento que tienen que pasar.
Yo aun o entendía bien como era que ibamos a pasar en pleno mediodía y con la gente de los camiones en frente nuestro.  El caso era que uno a uno nos fueramos acercando y esperar a que moviera la mano de que estaba libre el paso y en ese momento uno de nosotros debía pasar caminando junto al camión, mientras mostraba sus documentos legales al guardia de inmigración.
Los guardias eran dos.  Uno verificaba los papeles y documentos de los conductores y mercancía y el otro se iba a poner sellos de entrada a una oficina a unos pasos de allí.  Las cosas se fueron aclarando para los cuatro, el guardia de los sellos era el que no debía saber,el que no recibía mordida. Por fortuna,el plan estaba bien hecho, los camiones inmensos haría de una gigantesca pantalla, solo era cosa de seguir instrucciones y una vez adentro ir a buscar el Burger King de la entrada de San Diego.
Tal y como dijo la mujer coyote, así lo hicimos.  De igual manera lo hizo el guardia de la frontera.  Cada uno hizo su papel de acuerdo a lo hablado.
Uno a uno pasamos en fila india.  Uno a uno emprendimos ese ultimo kilómetro de caminata hacia el Burger King.  Estaba haciendo un tremendo calor, nos acompañaban los rayos del sol..
Tan pronto como yo pasé esa puerta de control, sentí momentos de liberación y regocijo..  Seguí caminando, sin estar seguro, me inundaba la duda.  Era ese el fin de esta pesadilla?
Habían pasado unos 5 minutos desde que crucé la linea que divide las fronteras.  Entonces por primera vez me percaté que las vías estaban impecables, las avenidas eran anchas, los antejardines de las casas perfectamente motiladas.  La basura y desequilibrio que había visto en Tijuana había desaparecido con solo mirar hacia al frente.  Atrás había quedado el caos y el subdesarrollo mental que impide a los politicos pensar en el bienestar.  Atrás parecía quedar un pedazo de mi vida con tan solo pasar esos metros..  Estaba a punto de ver mi sueño realizado.
Cuando entré al restaurante y ví a mis compañeros de viaje, por fin supe que este cambio de vida a los 18 años era una realidad.  El sueño de muchos latinos, de muchos mejicanos era para mi una realidad, La tierra de Estados Unidos estaba literalemte abajo de mis pies. Unidos. 
Estabamos al otro lado del charco.  Estabamos en la United States.  En el restaurante estabamos todos  alegres, emocionados.  Quería abrazarlos, reir y reir, pero debía mantener mi compostura.
El próximo paso no se dejó esperar.  El coyote llegó en una camioneta Vans negra, con vidrios polarizados.  Nos recogió y luego nos llevó a un lugar quien sabe donde.  Una ve allí estaríamos a que se hiciera de noche.  Pensábamos que todo había terminado pero nos faltaba el paso del remate.
Por la noche llego el mismo coyote pero ahora conducía un camion inmenso.  Abrieron las compuertas.  Estaba semi desocupado.  Llevaba pocos muebles de comedor adentro.
Era un lugar desierto.  Entonces bajaron los muebles y para nuestra sorpresa vimos que muy cerca a la cabina había un compartimiento secreto.  Nos hicieron subir.  Luego abrieron el falso espacio en donde solo cabían as personas estando de pie.  Cuando nos dijeron sigan nos dimos cuenta que no estabamos solos.
Allí ya había empacado a unos 6 más viajeros.  Nosotros no cabremos allí me dije para mis adentros.  Allí no hay espacio para uno más y eramos 4 .
Sigan y acostúmbrense rapidito. Les advierto, si alguien hace tan solo un ruido y nos descubre la “migra’, nos vamos directo pa' la guandoca.
En el compartimiento venían un grupo de mujeres escapadas de la Guerra en San Salvador, estaban rapadas, olía a sucio, a sudor, a no bañarse.  Nos saludamos hermanablemente a pesar de la incómoda situación, pero el silencio fue casi inmediato.  Nos tocó acoplarnos como pudimos.  Yo siempre que hablo de esta imagen la comparo con una lata de sardinas.  No había espacio para sentarse, no había aire y la poca luz que entraba de afuera era por un minúsculo rotito que tenia la cabina.
Todos quedamos confinados detrás de la pared falsa,  a la misericordia de coyote.  Yo sentí cierto rebote de claustrofobia, pero me aguante
Viajamos como media hora apretados como salchichas humanas.  En un momento dado pararon el camion.  Ese debía de ser el momento que el coyote había dicho que deberíamos estar en complete silencio.  Todos lo habíamos entendido a a perfección.
Por los ruidos alcanzamos a entender que estaban hablando en inglés.  El conductor se había bajado.  Le hicieron abrir la puerta de atrás. Todos estabamos con la respiración sostenida..
Después uno 1 o 2 minutos, el camión volvió a arrancar.  Acaso nos habían detenido? Uno en estos casos piensa lo peor.  Para adonde nos llevaban  esta vez.  Estabamos a la merced del conductor.  Luego se escucharon voces nuevamente. Habían parado la tracto mula.  Apagaron el motor.  Estaba oscuro, la luz de huequito había desaparecido, entraba solo la luz de la noche pero era efímera.
De repente, abrieron las puertas del contenedor, despejaron el falso compartimiento y llamó una voz
-los que van para Laguna Hills, para abajo.
Esos eramos nosotros 4.  Nos bajamos con rapidez.  Efectivamente estabamos en un camino desierto, no había luz.  Pero allí estaba de nuevo la vans negra que nos había trasportado hacía unas horas.
Ustedes se van con nosotros, aquí empezamos a repartirlos.  Nos subimos sin entender cómo ni porque.  Y en cosa de 5 minutos, volvieron a parar.  Esta vez en el estacionamiento de un centro comercial.  Eran como las 9 de la noche.  Hemos llegado, vayan donde sus familiares, nos dijo un tipo que ahora acompañaba al coyote.  Ya todo ha terminado.
 Cuando vi a Lidia, una de las hermanas Pinilla, quién fue la que se encargó de los detalles y contactos que hicieron posible nuestro periplo.  Sólo recuerdo que estaba desolado el lugar y que cuando la vi a ella me volvió el corazón al pecho.
Listo, ya terminó la odisea, se acabó el paseo , dijo Lidia en tono sonriente.  'Bienvenidos a Laguna Hills Orange'.  Entonces subimos a su automovil y desaparecimos de ese lugar, sin saber que ya estabamos en lo que sería nuestro nuevo barrio.  

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