DIARIO DEL GALLO
SÁBADO 24 DE OCTUBRE 2015
'Cuando yo muera seré un muerto feliz, reiré como nunca cada vez que la gente lea mis relatos'
(les recuerdo: el propósito de mis relatos es sólo enriquecer... mis cuentos como otoño, como hierba mala yo los podo de palabrería. Ya nadie tiene tiempo ni yo quiero quitárselo)
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La primera vez que vine a Amsterdam en 1987 me distrajo las edificaciones retorcidas y sus callecitas de cuento de hadas, el laberinto de los canales que incitan a lo romántico y a la vez descubren la nostalgia. Y es tal vez eso lo que a un extranjero cautiva. Advertir. Tener la idea que detrás de cada morada o en cada una de las esquinas de este escenario medieval, hay guardada una historia por años, siglos, historias que uno termina personificando con el tiempo, pero que no dejan de hacernos conscientes del paso firme del hombre y a la vez su tímida y precavida evolución... historias que nos tocan a blancos, negros, chinos, árabes, latinos.... historias que nos tocan indiscriminadamente a todos, independiente de nuestra etnias. El hecho de que en la ciudad conviva gente de cada rincón del mundo hace que esta Amsterdam globalizada no tenga dueño, por eso cada uno de los que la habitamos nos sentimos acogidos ya que en nuestros ideales pertenecemos al mismo universo.
Uno o dos años después de mi llegada a Amsterdam conocí los primeros refugiados. Hablaban como yo. Sentían como yo. Vinieron de Chile.
Poco tiempo después estalló una guerra que sí era de mi época y que destruyó a la que en mis recuerdos de niño llamaban Yugoslavia. Mis compañeros de clase de ese entonces eran mujeres refugiadas casadas con holandeses y hombres asilados de esa zona.
Bueno, hoy me vuelve a tocar el tema de la guerra y es por eso que no puedo dejar pasar este relato que no se hasta que punto pueda llamarle anecdótico.
El hecho es que hace una semana me di cuenta que en una esquina había un grupo de gente sosegada. Me llamó bastante la atención pues en esta ciudad no esta uno acostumbrado a ver tanta gente ansiosa, fumando con desespero. No iban a cruzar la calle, no iban para ninguna parte. Simplemente estaba allí medio inertes. Seguí en mi bicicleta. Pasaron varios días y volví a pasar por el mismo sitio, por la misma esquina. Allí estaban todavía los refugiados Sirios.
Fue entonces que comprendí que esto de la guerra no había terminado. La guerra en Amsterdam se había filtrado. Yo se que he actuado más mezquino que involucrado.
Ahora pienso que como estos asilados seguirán viniendo muchos con los años mientras no seamos los hombres capaces de negar que por encima de los límites y fronteras, más allá de la guerra, de las diferencias de nuestras creencias y tradiciones, más importante que cualquier poder los seres somos todos iguales cuando se les trata como humanos.
Cuando uno llega a Holanda de una forma u otra comienza a ser tocado por el tema del guerra.
No habría pasado mucho tiempo y los ancianos me llenaron con su tristeza y sus historias de hambre y escasez, 'nosotros somos reservados desde que aprendimos que cuando uno no tiene nada hay que darle el valor que merece cada cosa'. En mi imaginación uno puede llegar tan lejos como poder sentir el olor a munición, a escombros, a descompuesto. Lo más raro de todo esto es que no son sólo las ideas las que nos acechan sino que las guerras se han convertido en una constante del ser humano y son corroboradas año tras año.
Amsterdam no olvida. La cicatrices de la guerra se borraron con las urbanizaciones modernas pero no en la mente del pueblo.
Una cosa más, no quisiera despedirme dejando una duda en esta historia: yo nunca fui ilegal en Amsterdam. Yo nunca fui ni indocumentado ni asilado, lo que no quiere decir que uno no pueda figurar la grave angustia, o no pueda ponerse en lo zapatos del refugiado porque como dije arriba iguales somos los humanos.
ps,
creo que esta es una historia aplicable y leerla será un gusto en la presentación del 30
Oscar Darío Velásquez Lugo
24-10-2015
amsterdam
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sábado, 24 de octubre de 2015
UN COLOMBIANO EN AMSTERDAM. LEGAL O INDOCUMENTADO.fábula narrativa
Etiquetas:
CUENTOS,
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