DIARIO DEL GALLO
DOMINGO 18 OCTUBRE 2015
Nadie sabe en realidad en el problemita que estoy por meterme, porque hablar de la mujer en este tiempo de liberación femenina es tabú y más pecado que fornicar. No se que pensarán las feministas, lesbos o las enamoradas subyugadas, pero quién podría seducirlas para contar su instinto.
Se llamaba Azucena, tenía 29 años, era gorda y elegante, meticulosa y bastante liberada. Parecía vivir en el limbo entre felicidad y alegría y armonizaba su vida con ayuda de un curso de yoga.
Pues bien, es mejor aclarar que aunque hablé de ella, este relato se basa en la desesperación de su novio, que como decía, 'si uno no compagina viviendo en un mismo apartamento', esa es la señal que las cosas en pareja no marchan y él no estaba dispuesto a sacrificarse con una egoísta.
Fue el tiempo el que le hizo percatarse que ella imaginaba demasiado.
Al principio, si no entendía o la mal interpretaba no pasaba nada. Pero tanta cantaleta y reproche... volteaba fácilmente bueno por malo, alteraba cada situación hasta reducirla a un estado fecal intolerable... desvirtuaba cada asunto con milimétrica maestría, veía siempre más allá de lo que se decía.., y peor, deliraba que la gente la seguía. Así que por hacer demasiado uso de su sexto sentido femenino, enfermó y entró en inrazón por lo que casi la meten en el manicomio. Decía sabérselas todas y no tener asco a nada. 'Yo tengo guevas para todo y para todos'. Su novia había sobre desarrollado la manía de exagerar.
Su vida en pareja pasó por un cambió bárbaro y lo caótico doblegó a la belleza.
Sólo bastaba que creyese escuchar un 'si' o un 'no' en su contra para estallar en celo y rabia, para evocar un sinnúmero agresiones que la hacían chiflarse por completo.
Así es como un día, sintiéndose asfixiado y con la seguridad de haber acumulado motivos, la amarró de manos y pies a una esquina de la cama, puso un espejo frente de ella y la dejó abandonada...
Oscar Darío Velásquez Lugo
18-20-2015
Amsterdam
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