luz del espíritu |
DIARIO DEL GALLO
JUEVES 30 DE ABRIL
Ámsterdam, 19 de abril, 2015
CARTA ABIERTA: CIUDADANOS COLOMBIANOS LA PIRAGUA DESPIERTA
‘Que no sea la apatía ni la infamia las que calmen el llanto del campesino que ha perdido un hijo soldado o en la guerrilla y sosiegue esta sed de libertad e independencia ahora que el país se sumerge sin control en manos de un mal político; que no sea la indiferencia la que de aliento al verdugo oligarca que vive a su anchas con las riquezas de la nación, que no sea tampoco el conformismo en aquellos de nosotros que perdieron la esperanza, voluntad y valor el que aquiete esta furia contenida, el que disminuya el deber de cada uno de nosotros de proteger a los indígenas, campesinos y pueblo rezagado en las zonas en conflicto y ciudades de este vasto territorio, que no sea la palabra del apátrida dirigente la que vulnere nuestra integridad y nos acompañe como una sombra amarga que llevamos hasta la tumba. Desde esta ciudad es mi anhelo convencerlos, alentarlos y que mi aliento llegue hasta sus hogares y ustedes entiendan que instrumentos como las redes sociales, periódicos, internet, pueden ayudar para que salgamos del estado pasivo desde el que lanzamos críticas, flechazos y que sea el ánimo de unirnos el que nos lleve a actuar, a decidir en conjunto a los ciudadanos colombianos en los 32 departamentos, desde la Guajira hasta el Amazonas, que inclusive los que vivimos en el extranjero nos sintamos comprometidos, y que seamos la mayoría los actores intelectuales activos los que determinamos el rumbo de esta inmensa embarcación llamada Colombia, que como una piragua se arruina atrancada en este arenal de intereses políticos y económicos que nos hace presa fácil de una resumida clase dirigente indolente, egoísta, que no muestra filosofía ni integridad social y que nos priva de avanzar y replantearnos para que sea el bienestar de los 50.000. 000 de ciudadanos, el cambio que hemos esperado por varios siglos. No podemos prestarnos para callar y seguir en este caos sin desenvolvimiento histórico al que nos hemos acostumbrado y que siga en vano el derramamiento de sangre de nuestros jóvenes soldados que enrolamos para defender la constitución de un estado banalizado y corrupto. No podemos permitir tampoco que sean los hijos de nuestros campesinos, los hijos raptados a nuestros indígenas, hoy convertidos en guerrilleros, los que sean las víctimas de esta guerra sin límite: colombianos los hijos de la patria mueren destrozados y el conflicto interno no cambia, el atraso continúa y al final son pocos los beneficiados. Al final son pocos los que se aprovechan de esta realidad desenfocada. Por esto no podemos dejar de anunciar y dejar claro desde un principio que los causantes y culpables son los gobernantes y dirigentes al mando del estado que hemos patrocinado indirectamente.
Colombianos tampoco podemos prestarnos para fieles de una guerrilla que sobrevive ya más de 50 años, (basada en ideales y doctrinas extranjeras que nunca funcionaron en los países donde originaron y que han pasado a la historia
en un mundo globalizado y dominado por la era digital), y que hoy se sienta junto a la clase invulnerable que la ha oprimido por tantos años. El problema del conflicto está más allá de los nuevos intereses de los dos bandos, más allá de una verdad idealizada que aún pesa en las cabeza de los negociantes en la Habana y que hoy defienden intereses muy distintos a los de su causa y por lo que jefes como Marulanda se levantaron entregados a las armas hace más de 50 años, buscando la lucha directa y en contra de la misma alote dirigente y opresora que hoy domina el país. El problema es la falta de soluciones, que ellos sean los partidarios de un tratado oscuro que no garantiza el bienestar común a largo plazo. (Sentarse en la mesa con la clase opresora sin que hayan cambios es ser doblegarse ante la mascarada: la clase dirigente es más potente y hoy tienen el descaro de sentarse a hablar de paz como pasó en el Chaguan y otras ocasiones sin que hayan propuestas ni compromisos firmes que le den garantías a una paz duradera. Es difícil que nazca la paz si no hay una plataforma con una ideología nueva en donde sea propósito de las partes buscar el desarrollo, crear oportunidades, una vida justa y equilibrada para los millones de colombianos que hasta hoy viven marginados por la clase oligarca y por los actos de violencia que su indiferencia social propicia).
Colombianos, ya no podemos seguir siendo aquella liebre indefensa de hace décadas, mientras que los hombres por los que apostamos postulándolos para servir como presidentes, representantes máximos de la voz del pueblo, sigan decididos a negar el desarrollo y preservación y crecimiento de la cultura general de este gran país anclándolo a sus intereses privados, olvidando, violentando los procesos naturales de una sana evolución colectiva, una clase dirigente que pretende que la historia sea un globo sin aire, sin recuerdos, sin ancestros y que el presente sea la furia terca de los que ellos llaman revoltosos cuyo futuro es igual o peor al de un grupo de desorbitados sin principios.
Hoy que se toman de la mano los representantes de este gobernante adormecido por sus ansiedad de falso heroísmo y con hambre de poder es necesario poner un límite para frenar también el enriquecimiento indefinido de su círculo de allegados, aquellos que castran las ilusiones de 50.000.000 de colombianos y que niegan oportunidades y la posibilidad de crecer libres de agresión elitista. Alejados y libres del maltrato, invasión intelectual y presión psicológica extranjera que ejercen los países colonizadores sobre los conocimientos, mitos y costumbres nuestros. Hoy es necesario que nos demos la oportunidad de levantarnos como hombres y mujeres de ciencia cierta y razón.
Colombianos, es esta mi oportunidad para dar aliento desde este país, (que como otros de esta zona occidental, se conforman con negar los conflictos que ellos en gran parte han originado, pues son ellos los mismos que desde su aparición en nuestras tierras americanas se favorecen del dominio sobre nuestras materias
primas y riquezas minerales, porque son ellos los que entretejen maniobras absurdas políticas internacionales para mantenernos al margen de la modernidad y seguirnos dominando). Colombianos es esta mi oportunidad de levantarles la moral y el ánimo más allá de la mentira y difamación a que estamos sometidos los colombianos: hijos de los caciques y guerreros Muixcas, los mismos hijos de descendientes de la sangre y mentalidad española, los mismos hijos hoy mezclados con los africanos convertidos en máquinas de la esclavitud humana que inventaron los europeos para el saqueo de oro y cuya explotación, aprovecho para recordar, cumple los mismos 500 años que lleva esta forma desigual lucha y conquista.
Con esta carta me siento motivado por mí deber ciudadano y pido su inteligencia y unidad, pido mantener la guardia. Pasamos por un momento agobiante de nuestra historia, un momento clave evolutivo del cual podremos surgir como la república que desde hace tiempo tenemos en mente.
Con esta carta me veo motivado para pedirles razonamiento lógico y objetivo para salir de este conflicto interno de promesas y engaños de las últimas 5 décadas entre gobierno, Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ejército de Liberación Nacional que nos aleja de los propósitos reales como nación próspera emergente. Quisiera ilusoriamente despertar de este horrible sueño y que los últimos 200 años de guerras y discordias entre partidos y clases de un mismo país terminen. Quisiera despertar y saber que hemos llegado al final de esta historia de tragedias y millones de muertes de hombres y mujeres que se han sacrificado por un ideal y han dejado sus vidas para acabar con esta pugna que nos hace vulnerables y nos estanca de ser un país pujante y vanguardista en la nueva historia digital del mundo, para mostrar que somos un país colorido y que aprovecha sus recursos naturales con sabiduría.
Colombianos, para muchos de ustedes nada de esto es incierto. Sin embargo, créanme ustedes, más que un país estancado por la política interna, somos presa de los reglamentos y monopolios a los que nos hemos sometido y que nos imponen otros países con los que tenemos convenios, tratados y contratos. Créanme ustedes colombianos, es el deber de todo el conjunto de colombianos en el mundo ayudar a que este barco azotado siga a flote y tome un nuevo curso. Es nuestro deber reconstruirnos y proponer estrategias, propuestas modernizadas que beneficien a los colombianos que viven dentro del territorio patrio.
Compatriotas colombianos: si ya una vez nos probamos y unidos con otras repúblicas rechazamos el dominio imperial que nos trajo a la independencia, seguro podremos canalizar una nueva forma de unirnos, de comprometernos individualmente y solucionar este conflicto interno que a la hora de abrir los ojos también nos afecta en los negocios con los países industrializados. Quiero ser enfático al decir que la mejor solución a este problema es canalizar las propuestas del pueblo y las de los bandos, ayudar para que cúpula de la guerrilla y estado
propongan soluciones viables a los problemas sociales del país, ya que de contrario, estaremos cayendo en el mismo vacío y no habrán razones válidas y confiables para que los colombianos creamos que ‘la paz’ está cerca con el simple hecho de firmar unos documentos en la Habana.
Los colombianos estamos cansados de patrañas y palabras como es el estilo de los presidentes que nos han gobernado. Santos, como ejemplo, está más interesado en salvaguardar un prestigio que no merece y aumentar su poder así sea acabando con lo poco bueno que aún nos queda. Por eso las ideas republicanas y sin proyección en Santos no nos llevarán lejos en este mar de llantos, porque son preciso estas las que causan injusticias como falta de educación, salud, robo continuado, impunidad, corrupción de la ley y que por ende obstruyen el camino hacia el desarrollo, a pesar que la mentira se sumerja entre nombres de nuevos partidos y el gobernante inepto insista en que el país surge en un nuevo enchape democrático.
Por otra parte, la guerrilla de las Farc tampoco demuestra compromiso con el pueblo por el que lucharon. No hay deseo de una paz verdadera. Nos basta con saber que el país está minado, que esta ha pasado a controlar en narcotráfico en varios departamentos. Tampoco proponen sus comandantes en la Habana, ni cabecillas en la selva colombiana un determinante para acabar con la injusticia y la pobreza. Hay desigualdad social, hay diferencias económicas pero no hay propuestas por parte del secretariado. No nos han mostrado un pensamiento original, una ideología propia que nos convenza y que sea aplicable en Colombia y nos lleve a ser el país triunfante que deseamos.
Es más, los actuales cabecillas de las Farc parecen estar pensando en salvar sus pellejos de ser condenados por los actos violentos contra la sociedad civil. Por eso, si somos objetivos, la palabra paz, como está pactado este proceso, no llega a ser más que un conjunto consecutivo de tres letras sin sentido: (repito o agrego, ninguna de las partes involucradas propone soluciones para frenar el desempleo, para garantizar al menos algo tan básico la vivienda, luz, alcantarillado en los pueblos y veredas, beneficios para los desplazados de los campos, erradicar los cultivos ilícitos en las regiones devastadas, la explotación ilegal y el aprovechamiento de los recursos y propiedades del estado. Debemos por esto los colombianos involucrarnos desde todos los estratos, determinados a acabar con la violencia a nivel familiar, a nivel de barrio, de pueblo, es nuestra obligación no dejar que este barco siga a la deriva. Debemos involucrarnos en algo tan importante como es la forma política a que debemos someternos los colombianos una vez que se firme el tratado). De momento debemos salir del aturdimiento y corrupción estatal y reconocer nuevamente el valor de las leyes y sus fundamentos.
Para concluir, es bastante grave que si evaluamos, si ponemos en entre dicho a cualquiera de las partes llegaremos a la conclusión que la paz durará lo que dure
firmar el contrato. La parte nefasta es que el país siga batiéndose por los desacuerdos que ya existen entre las regiones, partidos, grupos interesados. Por eso es debido involucrarnos, formar parte, dialogar, proponer soluciones, darnos aliento para no caer en el desespero y salir de este duro naufragio.
Colombianos ciudadanos y extranjeros: es evidente que la paz no será algo real mientras en las entes negociantes falte el compromiso, mientras estemos sujetos a planteamientos que beneficien parcialmente a un grupo y no a al 100% de los ciudadanos. Afortunadamente, para muchos es evidente que sin un plan a medio y otro a largo plazo nos ataremos de pies y manos y la guerra será algo interminable e inclusive peor a las que hemos vivido en los últimos 500 años.
Vale la pena enfatizar el compromiso del que hablo, la firma del tratado es algo que debemos consentirlo los 50.000. 000 de involucrados. Si en verdad damos este paso crucial, debemos aprender que la paz es un asunto que va más allá de la lucha entre bandos: es apropiado saber que la paz no tiene nombre propio ni es de Santos, ni de los Uribes, Pastrana, Serpa, Gaitán ni Barcos como tampoco fue lo fue de Marulanda, Reyes, Jojoy, ni Cano. La paz como la guerra que hemos sufrido es parte del pueblo generalizado.
Ante el acto de la paz somos todos ciudadanos colombianos, iguales en derechos y deberes, por eso es necesario que salgamos del arrinconamiento y del silencio que nos sumerge.
Aparte: me pregunto qué es la democracia mundial sino un concepto vago porque el mundo por tradición vive en continua guerra, un concepto con el que nos dominan los países industrializados? De alguna manera somos testigos de la belicosidad de los estados occidentales que por su ambición no pierden sus privilegios y terminamos siendo sus vasallos. Acaso somos al final de cuentas, los testigos burlados de un colonialismo que nunca ha terminado y los monarcas de occidente son aquel enmascarado que nos roba el bienestar a lo largo de los XXI siglos cristianos? Acaso sufrimos los latinoamericanos de una independencia declarada pero seguimos dependiendo de las leyes impuestas por reyes y monarcas?
Colombianos, firmar la paz, concretarla es más que sentarse uno o dos años a negociarla en la Habana. Para que haya paz debe haber satisfacción. La paz será de vivencia del pueblo. La paz es la base original del cambio, el comienzo de las soluciones a los problemas como he enumerado arriba. La paz es devolverle al pueblo los valores morales. La paz duradera es la paz que tiene propuestas viables, soluciones para sean las mayorías los beneficiados. La paz es el gran reto, la paz es liberarnos de los explotadores y no ser los explotados. La paz es alejarnos de caer en manos de empresas extranjeras, que ven en cada falla una oportunidad más para llevarse la riqueza de la que deberíamos vivir y beneficiarnos los colombianos y los latino americanos.
La paz colombiana es una nueva filosofía, un planteamiento concreto para temas internos y con el extranjero. La paz de colombiana es interna y de los latino americanos. La paz es alejarnos del intervencionismo al que estamos acostumbrados. Caer y conceder para lograr la paz es volver a caer en las garras del águila, admitir la intervención extranjera en políticas internas y repetir la historia, pretender ser aquel rebaño manso que es devorado por el lobo sanguinario.
Solamente cuando hayamos sido conscientes, solamente cuando aprendamos de nuestros errores pasados, y nos demos cuenta que los únicos beneficiados de la paz somos los colombianos, entonces habremos aprendido que también somos responsables y que el compromiso adquirido debe ser respetado.
Colombianos: estamos cerca de cerrar una gran brecha, de levantarnos, de romper el conjuro al que estamos ligados. Es hora que la imagen de esta piragua anclada se convierta en una nave del futuro productivo con el que muchas generaciones han soñado y que por fin toma el rumbo que le corresponde en este mundo.
Entonces veremos a nuestros hombres y mujeres como seres respetados en un mundo en el cual nada es regalado. Entonces seremos el primer ejemplo que la paz es algo más que un negocio y que mundo entero la necesita para convivir.
Compatriotas, amigo(a)s, (colombiano(a)s, latino americano(a)s es nuestro deber unirnos como hermanos territoriales que somos y rechazar la humillación, muerte sanguinaria, negación social, doctrinas falsas y postración económica por la que venimos pasando y que ya tiene una larga historia desde que las repúblicas se declararon independientes del yugo extranjero hace más 200 años.
Oscar Darío Velásquez Lugo
'ES MI DEBER CIUDADANO ENTREGAR EL CONOCIMIENTO, COMO ESCRITOR Y POETA CECER CON LEALTAD EN PRO DE LA PATRIA'.
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