LA VACA CAGONA (micro fábula)
Apacentaba una vaquilla en una
parcela a las afueras de Ámsterdam, -era chiquita y tetona, gomosa, soberbia y muy
celosa, que lo único que hacía era darse ínfulas, tragar y engordar.
El prado esmeralda despedía rayos, por
lo que atrajo a un rebaño que arrimó sin reparar que ella, tajante egoísta, no se
disponía a igualarse y menos a racionar su apetitoso manjar. Más que ella y otras de especie, allí nadie podía
pastear.
Enloquecida y sin contenerse, lanzó un
fuerte ataque. Pero su furiosa embestida,
a la vez que zarandeó sus inmensas ubres jugositas ya listas para ordeñar, causaba
cero efecto.
Encolerizada corría de un lado para
otro sin que a las inmutadas ovejas lograra dispersar.
Entonces, bramó y emitió
desesperados alaridos hasta atraer a una docena de vacas lecheras que vinieron
a juzgar.
-Si no se van… si el pasto no es para
nosotras, no es de nadie, una rumiante musitó.
Entonces cagaron cada metro del pastizal
hasta no dejar espacio libre.
Moraleja:
El celo, egoísmo y la envidia enraizado
en las costumbres carcome al más bello de los seres. Con frecuencia los humanos prefieren destruir
antes que ayudar a construir. Es parte
de la moda social la idea de la superioridad, el denigrar; inyecciones de
veneno y el hambre de hipocresía saltan en las redes sociales; no evoluciona
aquel (lla) que con sus actos a su prójimo niegue bienestar.
Oscar Darío Velásquez Lugo
16 junio 2020
Amsterdam
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